En un partido disputado como si fuera oficial y marcado por la desgraciada actuación arbitral, España y Brasil igualan con una exhibición de Lamine Yamal y un gol de Endrick
El España-Brasil, un partido para mayores de edad, fue el recreo de los más jóvenes, como Lamine Yamal y Endrick. La selección española dejó escapar la victoria en la última jugada por un penalti, el tercero señalado por un árbitro festivalero. Para el acta queda un golazo de Dani Olmo. Queda claro que con Rodri el equipo es otro.
En el partido de Vinicius, Lamine Yamal, la justicia, Nico Williams, la paz, Rodrygo, la lucha contra el racismo, Cubarsí o Endrick pidió paso un portugués, Nobre, de profesión árbitro, que con dos penaltis controvertidos contribuyó a la ira brasileña y a la fiesta española. El buen partido de España quedó afeado por este socio inesperado. La selección dejó atrás la imagen de Londres ante un rival que ha conocido mejores siglos.
En la fiesta joven brilló Lamine Yamal, que se tomó el fútbol como un divertimento. Se le ve y no miente cuando dice que sigue jugando con los amigos en el barrio. En la otra guardería esperaba Endrick, que antes de que se atara las botas ya había marcado un gol.
La entidad de Brasil
Retar a Brasil, la unidad de medida de la grandeza en el fútbol durante décadas, no es una broma. La canarinha navega en esta época sin elegir entre la ingeniería y las bellas artes, la disciplina donde no tenía rival. El grupo ha perdido encanto, glamour y poder de intimidación sobre el rival, que antes se achicaba al ver el escudo rodeado de estrellas. Si además faltan jugadores como Casemiro, Neymar o Ederson, Brasil encuentra cerradas las puertas de la alegría.
De la Fuente se dejó la bata de los experimentos en Londres. En su foto inicial, muy cercana a la que se verá en la Eurocopa, sólo repetía en el once inicial Laporte. Aparecían soportes del equipo como Unai Simón, Carvajal, Rodri o Morata, acompañados por Lamine Yamal y Nico Williams, la pareja que avala que el regate no tiene ni edad ni DNI. Se notó desde el primer silbatazo.
Cuando Rodri está en el campo el único debate es elegir cuál es el segundo mejor jugador español. El del City parece que nunca se equivoca, siempre bien colocado, siempre con una lavadora sobre el balón, que va a parar al compañero mejor colocado.
En un bofetón a la historia y la tradición Brasil era incapaz de trenzar tres pases seguidos. España era agresiva en la presión y encontraba construcciones y contratas en las bandas donde Lamine y Nico estropeaban la cena de Danilo y Wendell. El marcador no merecía romperse con un fallo obsceno del árbitro, que se dejó engañar por la caída de Lamine Yamal ante Joao Gomes. Jugadas así justifican la existencia del VAR, otras no. El penalti lo marcó Rodri.
No se veía un brasileño capaz de dar un susto. Su ataque, Vinicius, Rodrygo y Raphinha -la alianza madridista-azulgrana-, no encontraba el balón. Carvajal anulaba a Vini y sólo Rodrygo, descolgado entre líneas, daba señales de vida.
En otro intercambio de papeles Dani Olmo se vistió con los colores de Copacabana. Con el ’10’ en la camisola entró en el área, perforó la sotana de Beraldo, cintureó sobre Bruno Guimaraes y marcó por alto con la izquierda. Un golazo que encendió la grada del Bernabéu.
Brasil se tambaleaba hasta que Unai Simón, víctima de los tiempos modernos, regaló un pase a Rodrygo en la frontal del área, una golosina para el brasileño que marcó por encima del meta. Si se juega así es porque forma parte de un plan de juego. Jugar sobre el trapecio tiene riesgos.
No se veía un brasileño capaz de dar un susto. Su ataque, Vinicius, Rodrygo y Raphinha -la alianza madridista-azulgrana-, no encontraba el balón. Carvajal anulaba a Vini y sólo Rodrygo, descolgado entre líneas, daba señales de vida.
En otro intercambio de papeles Dani Olmo se vistió con los colores de Copacabana. Con el ’10’ en la camisola entró en el área, perforó la sotana de Beraldo, cintureó sobre Bruno Guimaraes y marcó por alto con la izquierda. Un golazo que encendió la grada del Bernabéu.
Brasil se tambaleaba hasta que Unai Simón, víctima de los tiempos modernos, regaló un pase a Rodrygo en la frontal del área, una golosina para el brasileño que marcó por encima del meta. Si se juega así es porque forma parte de un plan de juego. Jugar sobre el trapecio tiene riesgos.
El gol fue un respirador asistido para los chicos de Dorival, que volvieron al césped con un lifting en el equipo. Entre los cambios apareció Endrick, con 17 años, que tardó cuatro minutos en marcar en la que será su nueva casa. Se le quedó un balón suelto y lo empaló con la izquierda. Estos chicos tienen prisa. Para ellos cada partido es una fiesta.
España, como en Londres, era incapaz de mantener el ritmo frenético de la primera mitad. El partido entró por momentos en un correcalles, un escenario para medir las bujías de los delanteros. Lamine y Rodrygo acariciaron el gol. De la Fuente, en una señal de que el partido era casi oficial para él, no hacía ningún cambio. España llegaba bien al área, donde Morata no encontraba el duende.
El partido quemaba en el currículum de ambas selecciones. Cada balón al final se disputaba como si valiera por un apartamento. Brasil retiró a Vinicius y España, a Morata y Le Normand. En ese homenaje a Juvenalia entró Cubarsí, otro que parece un veterano a pesar de no poder votar.
Faltaba la última ración carnavalesca. Nobre vio penalti en un toque de Beraldo sobre Carvajal. La victoria parecía atada cuando el lateral enganchó una pierna de Galeno. Paquetá igualó de penalti y Brasil lo celebró a lo Maracaná. La movida terminó en amago de tangana. Todos para casa.
/Marca
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