El choque entre los que son dos de los mejores equipos redundén en un encuentro que tuvo de todo, partiendo por seis golazos, cuál de de todos mejor que el otro
Real Madrid y Manchester City ofrecieron un partidazo maravilloso, digno de los dos últimos campeones de Europa. Un espectáculo de otra época entre dos equipos extraordinarios que acabaron extenuados. Después de una batalla imponente, del 0-1 al 2-1 y de ahí al 2-3, Fede Valverde enganchó una volea prodigiosa para resucitar al Madrid de las siete vidas europeas. Tiene ventaja el City, que decidirá en su estadio una final, y ya vimos hace una año cómo se las gasta en su estadio el equipo de Guardiola. Bravo por dos equipos admirables que regalaron un duelo memorable, digno de dos equipazos.
Es imposible empezar peor una eliminatoria europea. En poco más de un minuto, el Real Madrid recibió un gol y perdió a uno de sus centrales para la vuelta. Fue Tchouaméni quien fue a cortar la escapada de Grealish, llegó tarde y le derribó claramente. Letexier hizo lo que nunca se hace en Europa, mostrar amarilla en la primera falta. Bernardo Silva colocó la bola, escorado a la izquierda, amagó con el centro al segundo palo y aprovechó la mínima barrera, un solo hombre, para sorprender a Lunin, que había dado un paso fatal a su izquierda. Poco más de 100 segundos de pesadilla.
El Bernabéu había generado una atmósfera tremenda y reaccionó en plan Champions. Se sacudió la sorpresa, aplaudió a Lunin en la siguiente pelota que llegó a sus pies y empujó al equipo. Fue decisivo para imponer el plan de Ancelotti, con Camavinga en el doble pivote junto a Kroos y Rodrygo en izquierda para sorprender con Vinicius por dentro. Si en un minuto el Madrid estaba panza arriba, en dos, del 12 al 14, volcó al City. Primero al controlar Camavinga en derecha, tirar la diagonal para su pierna dominante y acabar jugada con un tiro potente. El balón tocó en Dias y descolocó a Ortega. Dos minutos después, Vinicius recibió en punta, se echó atrás y metió el pase diagonal, al hueco donde entraba Rodrygo. Conducción cortita, balón pegado, Akanji recupera y toca lo justo para descolocar a Ortega. 2-1. El Bernabéu es el campo de los milagros.
La ventaja blanca serenó el duelo y apagó algo al City. Conste que tuvo una ocasión clarísima, un remate a bocajarro taponado por Tchouaméni en otro prodigio, pero dejó de hacer daño al Madrid con su juego corto. Se ajustó Kroos en el sector izquierdo dando un curso de corte y confección, y buscó la salida rápida para colocar a Akanji, el central convertido en lateral derecho, en más de un apuro. Le buscaron por allí Rodrygo y Vinicius, y a ambos les faltó una pizca de temple para aprovechar alguno de los tres mano a mano con los centrales. Dos acabaron en manos de Ortega y el más claro, de Rodrygo, se fue cerca de la escuadra.
Es evidente que el City extrañó a De Bruyne, su ordenador ofensivo. Kovacic no tiene tanto pase, y Rodri no daba abasto para auxiliar en la salida en los centrales y proveer de balones a Bernardo, Foden y Grealish. Cortadas las comunicaciones con los creativos, quedaba la opción del balón largo. ¿Y qué ocurrió? Que Ancelotti dejó a Rüdiger mano a mano con Haaland para que el alemán se merendase al noruego. Aunque en la primera pelota, antes del 0.-1, Earling se las apañó para rematar y obligar a Lunin a sacar del palo, Antonio contagió rigor defensivo en cada balón hasta celebrar con Mendy, al filo del descanso, un balón tapado al gigantón rubio como si fuera un gol. Que lo fue. Fue de lo último de un primer tiempo maravilloso, repleto de calidad y alternativas. Puro fútbol.
La segunda parte devolvió la iniciativa al City. Con Bernardo Silva como interior diestro encontró la solución para llevar la pelota al área contraria. Es cierto que tardó en crear peligro y siempre tuvo la dificultad del trabajo solidario de los blancos, pero ya se abrían huecos. Bellingham está lejos de la versión del inicio de temporada, y se le nota en esa claridad que ha perdido en las jugadas, la chispa para resolver las situaciones. Tuvo una ocasión que se generó en el área con calidad, pero resolvió forzado con un tiro cruzado. Guardiola retrasó a Rodrigo y adelantó a Stones, asumiendo riesgo. Ahí ganó la superioridad el City y dio la vuelta al partido.
Justo es decir que el Madrid tuvo otra oportunidad para abrir más brecha. La tuvo Vinicius tras un cambio de juego de Valverde a Rodrygo. Conexión brasileña y mano a mano de Vini que se fue a las nubes. Después llegaron los dos mazazos, con el Madrid sin aire para llegar a la presión. Primero entró Bernardo por derecha, Stones jugó de primera a Foden y el inglés, que no había aparecido mucho, la puso en la escuadra. Imposible para Lunin. Sacudidos por el empate, escasos de ideas y de resuello, con De Bruyne y Modric calentando, los madridistas no tuvieron opción a reaccionar. Controló por la izquierda Grealish, retrasó a Gvardiol y el croata se sacó de la manga un mazazo con la derecha que derribó a los 80.000 del Bernabéu. 2-3 para el campeón.
Ancelotti hizo los cambios y desató la rajada de medio estadio. Quitó a Kroos por esa ley no escrita de que no puede coincidir con Modric. Monumental partido del alemán. También retiró a Rodrygo cuando los menos entonados parecían Bellingham y Vinicius. Pero el zorro italiano sabe latín. De la nada, Vinicius recibió en la izquierda, dobló al otro lado y Federico Valverde, después de devorar kilómetros, conectó una volea gloriosa para empatar un duelo extraordinario. De ahí en adelante pasó poco más allá de la lesión de Foden que obligó a Guardiola a hacer su único cambio. Nada que reprochar a nadie en un encuentro magnífico, casi perfecto, que reduce la eliminatoria a los 90 minutos de Mánchester. Un desafío titánico para el Rey de Europa.
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS