El brasileño ha hecho ha hecho lo que solía hacer Cristiano. Ha salvado la noche ante el Bayern con dos goles y deja la eliminatoria abierta para el Santiago Bernabéu. Los goles del local: Sané y Kane
Múnich. Bayern. Sinónimos de sufrimiento, de agonía, sobre todo en una semifinal de Copa de Europa. Representantes de la nobleza clásica, la que resiste sin los dólares del petróleo, los clásicos alemán y español mostraron el orgullo y la calidad de los mejores, golpeando cuando menos se esperaba, sobreviviendo donde sólo lo hacen los más grandes y preparando un partido de vuelta memorable. Toni Kroos abrió el camino que recorrió Vini para abrir el duelo, respondieron Sané y Musiala con talento y rescató Vini junto a Rodrygo a los de Ancelotti, que suman otro partido sin perder. En el Allianz. Mucho mérito.
Los veteranos conservan en el archivo de sus pesadillas un buen puñado de gigantes vestidos de rojo. Los Beckenbauer, Müller (Gerd), Augenthaler, Jancker, Kahn o Effenberg fueron verdugos recurrentes de los aficionados españoles de los setenta y ochenta, especialmente madridistas. Todos ellos resucitaron en 20 minutos esplendorosos del Bayern, asfixiantes, obligando a Andrei Lunin a sacar el primero a los 40 segundos. Fue en una descarga de primeras de Harry Kane primorosa para Leroy Sané, que cruzó de zurda. La pierna kilométrica del meta ucraniano, que está firmando una Champions a la altura del Rey de Europa, rebañó el segundo gol más rápido del Clásico de Europa tras aquel de Makaay a los 10 segundos.
Presionó el Bayern, robó y tiró, como manda la tradición. Hasta seis llegadas en un cuarto de hora eterno en que el Madrid no enlazó cuatro pases. Tuchel sorprendió con Thomas Müller en el once, el futbolista más infravalorado de Europa, para atacar los espacios que dejó Kane cada vez que se descolgó al centro. No había ni rastro del Madrid, achicado como en Mánchester hace unas semanas. El bloque bajo de Carletto, con Nacho y Rüdiger al fondo más Tchouaméni blindando a Kroos. Huelga decir que Toni y sus botas blancas relucientes no tocaron balón en ese rato de agonía germánica. Claro que cuando lo tocó…
Fue como una sinfonía, con su tempo, su cadencia, controlando la pelota, aguantándola en la medular, divisando el horizonte para descubrir un posible receptor. Embelesado por el ritmo pausado de su ex mediapunta, el Bayern no intuyó la maniobra de engaño de Vinicius, de atrás adelante. Tocó Toni, seco, preciso, por el hueco justo con la fuerza exacta para que sonaran trompetas y timbales, festejando el mano a mano que Vini transformó con dulzura, al costado de Manuel Neuer, sorprendido en la media salida como aquella noche del 0-4 de los atletas. Qué hemos hecho para merecer esto. Otra vez. Un 0-1 demoledor en un pestañeo difícil de digerir para cualquiera. Incluso para el Bayern, que volvió a merodear el área madridista, pero con menor convicción. Sólo en una incursión de Jamal Musiala generó inquietud. La falta de Nacho al borde del área fue para Kane, que buscó sorprender a Lunin por su palo. Fuera. Al descanso.
Tuchel relevó a Goretzka en el descanso para meter a Guerreiro en el medio. También cambió las bandas, Musiala a la izquierda y Sané a la derecha. Agarró la pelota el Madrid y gestionó con autoridad los primeros minutos, tocando y forzando una llegada de Kroos que obligó a Neuer a un paradón. Fue entonces cuando el Bayern sacó orgullo, calidad y talento táctico. Primero recibió Sané en la derecha, midió a Mendy hacia dentro, encontró el hueco y soltó un latigazo de zurda que sorprendió a Lunin por su palo. Dos minutos después, Musiala trazó la diagonal desde la izquierda, conducción fina, y Lucas le derribó en el área. Penalti. Harry Kane transformó por su izquierda, seguro. Vuelco a la eliminatoria en un arreón irresistible.
Fue una buena lección para quienes daban como favorito indiscutible al Madrid. Como si el Bayern no fuera pura aristocracia europea. Ancelotti metió a Camavinga por Nacho, con Tchouaméni de central. Funcionó regular, porque el Bayern siguió llegando. Con frecuencia y veneno. Un remate de Kane en el área y un cabezazo de Dier tras un córner, totalmente solo, pudieron agrandar la brecha. Ancelotti preparó los siguientes relevos, Modric y Brahim, con Bellingham tieso. Tardó en hacerlos. Y sorprendió. Retiró a Kroos, el futbolista con más jerarquía del Madrid. Esas cosas que sólo ven Carlo y Dávide.Y que pudo salir bien, con un pase milimétrico de Luka que dejó a Vinicius frente a Neuer. Paradón de Manu. El brasileño cruzó unas palabras acaloradas con su entrenador. Rebeldía brasilera. Recibió en la frontal, amagó a un lado, a otro, filtró para Rodrygo y Minjae, que ya había picado en el primero, derribó a Goes en el área sin discusión. Penalti. Como en el Clásico, asumió Vinicius la responsabilidad y transformó con temple de goleador. Empate que prepara una final en el Bernabéu. Puede que el Madrid sea mejor. Pero si alguien puede derrotarle, ese es el Bayern.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca
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