A pesar de terminar ganando 4-1 al Stuttgart, la imagen del conjunto blanco en el estreno en Champions League fue pobre y dejó en evidencia las carencias de los de Carlo Ancelotti
El Real Madrid salvó los muebles ante el Stuttgart en el Santiago Bernabéu. El estreno del equipo blanco en la Champions League había generado unas expectativas monumentales, especialmente tras el fichaje de Kylian Mbappé, pero las sensaciones durante el partido fueron las de un equipo poco sólido y con problemas evidentes, incluso llevándose los tres puntos.
El equipo que dirige Carlo Ancelotti desde el banquillo no es, ni mucho menos, la apisonadora que se presumía tras la llegada del astro francés desde París. Lejos de ganar sus partidos con contundencia, no ha mostrado solidez y ha sido dominado por rivales que, a priori, son inferiores, culminando varios pinchazos por el camino.
No fue el caso del partido ante el Stuttgart, donde los goles de Rüdiger y Endrick, ya en el último suspiro, terminaron certificando el triunfo. Sin embargo, el equipo no puede esconder sus carencias de juego e incluso se pudieron escuchar los primeros silbidos de la temporada en el Santiago Bernabéu tras el gol del empate.
No hay nadie como Kroos
Era evidente que el Madrid echaría en falta a uno de los mejores centrocampistas de su historia, pero quizás no había consciencia de la magnitud que supondría la baja del jugador alemán. Tras el adiós de Kroos, el Madrid ha perdido por completo el rumbo en los partidos.
No hay control alguno, no hay secuencias de pases largos y, en definitiva, no hay centro del campo. Fede Valverde, que tiene otras muchas virtudes, está muy lejos de ser el organizador que necesita el Madrid. Bellingham, por su parte, ha dejado claro que es un centrocampista total, pero que brilla mucho más lejos de la base de la jugada.
Nadie ocupa ese rol, ya que Modric no tiene el físico y Ceballos, que sería un perfil similar, está lesionado y apenas cuenta con protagonismo para Ancelotti. La baja de Kroos es durísima para el Madrid y se nota, especialmente, en la falta de ideas con balón del equipo.
Un equipo roto en dos
El otro gran problema que se pudo ver ante el Stuttgart y también en otros tramos de este inicio de temporada es la presión. El Madrid se parte en dos a menudo, dejando a los tres atacantes arriba, completamente descolgados y ejerciendo una presión desorganizada y al resto más atrás.
En ocasiones Bellingham se suma esa presión adelantada, pero la falta de intensidad una vez Mbappé o Vinicius son superados provoca que los rivales tengan mucha facilidad para salir desde atrás, encontrando espacios a la espalda de los delanteros del equipo blanco.
A partir de ahí, el Madrid persigue sombras durante muchas fases, debido a la poca implicación defensiva de los delanteros. No sería tan grave si, una vez recuperado el esférico, Vinicius y Mbappé culminaran cada contra en un gol. Lejos de eso, al equipo no solo le cuesta un mundo volver a hacerse con el balón, sino que tampoco está intimidando demasiado a la contra, a pesar de tener a dos de los mejores jugadores del mundo en esa faceta.
/Escrito por Christian Blasco para Sport
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