Tardó en activarse pero cuando lo hizo exhibió una versión tan letal como genial. En un segundo tiempo que justificó la entrada, Lamine Yamal rescató al Barça en Son Moix cuando el fantasma del cuarto tropiezo consecutivo amenazaba con atenazar al equipo contra un rival crecido indultado por la falta de efectividad blaugrana en la primera mitad. Hay mucha clase en las botas de ese niño de 17 años encumbrado varias veces en la gala del 125 aniversario del club como la bandera de una nueva era.
Llevaba casi un mes sin aparecer por el once titular desde el 6 de noviembre en Belgrado ante un Estrella Roja que dejó tocado su tobillo derecho. Hansi Flick no quiso asumir más riesgos de los necesarios el sábado ante Las Palmas y la falta de ritmo cuando salió tras el descanso le pasó factura. No ocurrió lo mismo ante un Mallorca incapaz de frenar su desequilibrio e inteligencia. Porque todo se junta en Lamine, cuya ausencia en el once ante los canarios y en Pamplona en septiembre y en todo el partido contra Real Sociedad y Celta coincidió sin una victoria barcelonista. Lógico que se hablara de la ‘Lamine-dependencia’ y bendita sea para el Barça aunque no sea lo más lógico y aconsejable tratándose aún de un menor de edad.
Flick se la jugó dejando a Robert Lewandowski tras 20 partidos de 20 como titular pero entre Raphinha y Lamine pusieron las cosas en su sitio tras el 1-1. Habilitado al hueco por el cerebro privilegiado de Dani Olmo, Lamine se marchó en carrera de Johan Mojica y cuando se orientó para fusilar a Leo Román fue derribado por el colombiano, un juguete adelantado de Reyes para el ‘19’ barcelonista. En ausencia de ‘Lewy’, pudo pedirse el penalti pero se lo cedió al capitán Raphinha. Gol. Y otro cayó del brasileño tras otra asistencia marca de la casa con el exterior de Lamine desde 30 metros, como la que ya le dio en Villarreal. Impresionante. Es el octavo pase de gol del chaval en Liga más uno en Champions.
Gustándose en Palma, fabricó el 1-4 con otro envío con el exterior al área que acabó con un mal despeje defensivo y el tanto de Frenkie de Jong. Le faltó la puntilla con un gol más que merecido pero alguna vez tras ganarse el derecho de querer gustarse con el triunfo sentenciado y otra por el buen hacer de Leo Román se acabó marchando sin un regalo añadido a los tres puntos. Flick sabe que tiene una mina entre manos con Lamine y el Barça es otro cuando juega él. Esa es la realidad.
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