El derbi entre primero y segundo demostró el equilibrio reinante en LaLiga. El Barcelona puede recortar hoy a Real Madrid y Atlético, que no aprovecharon sus momentos, tras sus respectivos goles. Soto Grado, vigilado con lupa, es ya el primero en pitar un penalti contra el Madrid. O mejor, De Burgos, que descubrió cómo Tchouaméni pisaba a Lino en una acción de las modernas. Marcó Julián, y respondió Mbappé en la segunda mitad, mejor jugada por los blancos, pero Oblak se hizo enorme en el tramo final para sostener el trabajo de un sólido Atlético. Queda mucha Liga por delante.
No se puede reprochar mucho a los entrenadores, que colocaron sus onces más ofensivos, lo cual no es sinónimo de éxito. Ni mucho menos. Con todo lo que ha llovido en la semana, Ancelotti colocó a la BMV más Rodrygo, confiando el ida y vuelta Ceballos y Valverde. Simeone aligeró la defensa con Galán en izquierda, Llorente para secar a Vinicius y dos interiores con vocación atacante, Lino y Giuliano, tratando de doblar a Griezmann y Julián. Dos propuestas alegres, con riesgo, especialmente en el lado blanco por la defensa de circunstancias, pero los dos se dedicaron a evitar errores más que a provocar los del contrario.
Dominó de salida el Atlético, aprovechando una imprecisión de Lucas que malgastó Lino en un tres para dos, y después fue el Madrid quien movió la pelota sin llevar más peligro que alguna incursión de Rodrygo, el más entonado. Ni rastro de Vini, con alguna protesta tras pérdida, y muy poco de Mbappé. A la media hora todo saltó por los aires en una llegada por la izquierda que fue a rematar Lino como interior. En el camino Tchouaméni lanzó el pie e impactó con el del brasileño, pisando o no. Puede ser. Muy leve. Siguió la jugada, tiró Barrios y el Madrid iba a reanudar el juego pero Lino se dolía del tobillo. Cojeó. Se lanzó al suelo. Se dobló. Daba tiempo así a que en el VAR De Burgos Bengoetxea revisara a conciencia el contacto hasta descubrirlo. Al monitor. Penalti. El primero en contra del Madrid en lo que va de temporada. Julián, con clase para exportar, transformó por el centro, suave.
El Madrid se descosió por completo, en medio de la bronca del público. «Corrupcion en la Federación». Se lanzó arriba, acumulando atacantes en la última línea. O sea, desprotegiendo la zona de rechace. Tuvo suerte que el Atlético no estuvo preciso en la medular, donde sólo le dio para un gran pase de De Paul para Julián que achicaron entre Tchouaméni y Ceballos. Flotaba más la opción del 0-2 que del empate, porque no había rastro de la solidez y el equilibrio que tanto obsesionan a Ancelotti. Total, que el primer tiempo se cerró sin un solo tiro a puerta del Madrid, y eso no es culpa del arbitraje.
Lo que no se puede dudar es que el Madrid tiene tanto talento que no necesita jugar mucho para hacer daño. Volvieron de vestuarios con parecidos síntomas, mayor control rojiblanco, pero una arrancada de Rodrygo desbordando a Galán y penalizándole con amarilla abrió la puerta. Insistió Rodrygo, rebasó a Lino, trató de tapar Galán y el centro de Goes era medio gol. Lo falló Bellingham, despejó como pudo Giménez y remachó Mbappé. Primer derbi, primer gol.
El partido se estabilizó, con el Madrid poniendo un punto de agresividad y ambición que no tuvo en el primer acto. Ancelotti tardó en hacer los cambios lo habitual, hasta el 80′. Modric y Camavinga, toque y piernas en la medular, pero con los cuatro arriba. Todo o nada. El Cholo tiró de sus revulsivos habituales, Correa y Sorloth, con Griezmann como lanzador. Hubo opciones para ambos, claras para los madridistas, pero Oblak fue imbatible. Sacó una falta venenosa de Rodrygo, de esas cerradas a mala idea. Un paradón. Como el del 89, mano a mano con Mbappé, haciéndose enorme. Un portero monumental para mantener en todo lo alto la pelea por el título.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca
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