
La expulsión de Cubarsí en el 22′ no amilanó al equipo de Flick, agarrado a las paradas de un enorme Szczesny, a la resistencia ejemplar de todos los jugadores y lanzado por otro gol de Raphinha
Con diez desde el 22′ por la expulsión de Pau Cubarsí. Con Szczesny haciendo el partido de su vida, parándolo todo literalmente desde el primer minuto a Akturkoglu hasta el 94′ a Renato Sanches. Con todos los jugadores dejándose la piel hasta emocionar ante un Benfica volcado. Y con un Raphinha que se guardó un zurdazo para lograr el 0-1 con el que el Barça encarrila los octavos de final de la Champions League, con la vuelta el prximo martes en Montjuïc. Da Luz volvió a ser un infierno, como hace un mes y medio el día del 4-5, pero otra vez con final feliz.
Haberse enfrentado de forma tan reciente evita jugar a las sorpresas. Hansi Flick y Bruno Lage alinearon a los onces esperados, con De Jong en el mediocentro y Dani Olmo en la mediapunta, en el caso de un Barça que dejó a Gavi en la grada por las secuelas de un proceso febril, y Leandro Barreiro de interior en lugar de Dahl, por parte de un Benfica que no pudo recuperar a los lesionados Florentino y Di María.
Pidió concentración en la previa Pau Cubarsí desde el primer segundo para que no se repitiera el pésimo inicio del día del 4-5, pero el único que le escuchó fue Szczesny, obligado a desviar con una mano milagrosa un tiro cruzado de Aktürkoglu en la primera jugada del partido. Peinó Pavlidis un pase largo, se durmió Balde y primer susto. Y poco después, Barreiro, confundiendo con su juego entre líneas, llegó al remate al área pequeña, pero se le fue alta.

La doble ocasión sirvió de aviso al Barça, que calmó los ánimos del Benfica con posesiones largas y una gran jugada colectiva con disparo final de Dani Olmo desviado por poco. Y la seguridad que comenzó a transmitir el Barça casi se convierte en un gol que no entró de forma inexplicable, con tres remates en el área pequeña en la misma acción de Olmo, Lewandowski y Lamine que murieron en la línea.
Ahora el que vio la luz al saberse perdonado fue el Benfica, que creó peligro con una estrategia bien estudiada contra la defensa adelantada del Barça: pase al espacio tras cualquier cualquier robo con el buen pie de Aursnes y Koçku y la movilidad del resto.
Como en Da Luz siempre pasa de todo, llegó el castigo al riesgo que corre el equipo azulgrana con su táctica del fuera de juego. Lo rompió Pavlidis en plan tren de mercancías, empujando a De Jong y atropellando a Cubarsí, quien en su afán de reaccionar lo derribó al borde del área cuando iba a encarar a Szczesny. Roja directa clara que sólo podía evitar el VAR por el empujón previo a Frenkie, que existió, pero que el holandés no supo escenificar mejor. Con diez desde el 22′. A sufrir ya con la falta lanzada por Koçku que desvío Szczesny.
Flick sacrificó a Olmo para dar entrada a un central, Araujo, y el Barça se recompuso. Incluso llegó en un par de ocasiones con Raphinha pero faltó acierto final en el pase.
Mereció quedarse también con 10 el Benfica pero Zwayer sólo sancionó con amarilla un pisotón en la tibia de Barreiro a Íñigo, también amonestado por protestar. Y antes del descanso otra vez Szczesny fue vital para detener a bocajarro el cabezazo de Akturkoglu. Un 0-0 increíble.
En la segunda parte apretó el Benfica para aprovechar su superioridad numérica, pero Szczesny blocó llegadas de Aursnes y Koçku y Pavlidis no estuvo fino en remates a bocajarro desviados.
Flick buscó contras más directas con la entrada de Ferran por Lamine y logró el efecto deseado, aunque fue gracias a un pase de Antonio Silva interceptado por Raphinha, que luego hizo lo imposible. Se fue contra el mundo y soltó un latigazo cruzado desde fuera del área que significó el 0-1 en el 61′.
El Benfica replicó dando entrada a Belotti, el tanque italiano cedido por el Como, para hacer pareja de arietes gigantes con Pavlidis. Szczesny, a lo suyo, siguió con su recital de blocajes, despejes de puños y demás, incluso con un vuelo final a disparo lejano de Renato. Con el pitido final, los jugadores del Barça se desplomaron en el césped sin fuerzas para celebrar. Este equipo sabe jugar, sabe sufrir y sabe emocionar.
/Escrito por Javier Gazcón para Mundo Deportivo
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