Que lo de Luis Suárez sirva de lección para todos los futbolistas

Si de algo puede servir lo hecho por Luis Suárez es que el resto de sus colegas de profesión y especialmente los que participan en un Mundial lo tomen como un ejemplo de lo que no se puede hacer en una cancha de fútbol. El temperamento es un gran arma para los deportistas, pero se les vuelve en contra cuando no son capaces de controlarlo

Por Victor Sforzini Sepúlveda

SANTIAGO.- El acto del controvertido Suárez de morder al jugador italiano Chiellini, ha sido hasta ahora el acto más controversial de este campeonato mundial, y por lo mismo, amerita un análisis desde nuestra perspectiva.

No debemos olvidar que tiene sobre si dos sanciones por el mismo motivo, en el año 2010, cuando jugaba para el Ajax holandés, había sido suspendido por siete encuentros por morder a Otman Bakkal, del PSV Eindhoven y que, el año pasado fue sancionado en la Liga Premier de Inglaterra con 10 partidos por morder en el brazo al defensa del Chelsea Branislav Ivanovic.

LOS NIÑOS

Debemos remitirnos a la psicología evolutiva y allí nos encontramos que el morder en los niños entre los 12 y los 36 meses de edad representa una forma de comunicación (por ej., para comunicar la frustración mientras aprenden habilidades sociales, lingüísticas y de autodominio).

Los niños de hasta tres años de edad, no disponen del lenguaje necesario para controlar una situación, o sus intentos de comunicarse no se entienden o no se respetan. El morder llega a ser un modo poderoso de comunicarse y controlar a otros y el ambiente.

Demasiados desafíos (de actividades demasiado difíciles), exigencias, deseos y obstáculos pueden enojar y frustrar a estos niños y tal vez resulten en que muerden. Muchos niños de esta edad todavía no entienden cómo compartir las cosas o que el contacto físico puede causar dolor, y necesitan aprender otras maneras de comunicarse aparte de morder.

Los cuidadores de niños han señalado que los niños de hasta tres años de edad quizás muerden también cuando experimentan un evento que les causa estrés, una falta de rutina que les agita

particularmente, o interacción inadecuada con adultos.

Otros niños tal vez muerden como estrategia de auto-defensa, o tal vez simplemente imitan a otros niños que muerden.

EL CASO SUÁREZ

Ya hemos establecido que el morder es una etapa natural en los niños, y que si nos remitimos al psicoanálisis podemos decir que un adulto podría regresar a esta particular etapa bajo estrés o frustración y demostrarnos un comportamiento absolutamente infantil e irracional.

Por otra parte,  morder es un acto que expresa la capacidad de sujeción, de agarrar y fijar; pero también expresa las intenciones de atacar, agredir y poseer. Enseñar los dientes, pues, no sólo implica mostrarlos al sonreír para demostrar empatía y afecto; también podemos enseñarlos a fin de demostrar represión, coraje o agresividad, por lo que adicionalmente son considerados como un instrumento de defensa o de ataque. Frases como «defender con uñas y dientes», 

«morder el pastel», «mostrar los dientes», «a dentelladas» o «dar mordida» son parte de nuestro vocabulario y representan el carácter dinámico del acto e intención al cual aluden; también existen frases como «morderse una parte del cuerpo», empleada cuando la persona debe soportar, al no tener otra opción, situaciones en las que no debe expresar sus emociones; «perro que ladra no muerde», para referirse a quienes amenazan verbalmente sin recurrir a la agresión o violencia físicas; y «de dientes para afuera», para alguien que, con diplomacia o hipocresía, dice las cosas; estas últimas expresiones, podríamos considerar, aluden metafóricamente a la represión de emociones.

En todo ser humano existen de manera innata una serie de impulsos agresivos que debe aprender a reprimir mediante el proceso de educación o socialización, para que pueda adaptarse a la vida en sociedad, pero que los humanos se muerdan entre sí no es tan raro. Un estudio del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos encontró que las mordidas de humano son el tercer tipo de mordidas más atendidas en la sala de emergencias, después de las de perros y gatos.

Pues bien, luego de este pequeño viaje por el mundo de la psicología humana, podemos decir que la conducta de Suárez se podría explicitar de la siguiente manera:

1.- El actuaría en forma absolutamente anormal, infantil e irracional, mostrándonos un intento de solución del problema absolutamente inmadura, impulsiva, primitiva, provocada por excesos de adrenalina, y por su conducta impulsiva e irracional.

2.- Su excesiva agresividad le llevaría a no soportar ni tolerar las frustraciones, induciendo  conductas de “agresión” -que es distinto de agresivas- sobre el objeto causante de ésta frustración, en este caso Chiellini, sin que medie en su interior acto alguno de reflexión. Tan así que en un momento en que siente que el jugador italiano le impide el acceso al balón, reacciona con el acto en comento.

3.- La frase mostrar los dientes y otras han sido desgraciadamente trasladadas al fútbol. Por ejemplo, “trancar con la cabeza” lo que implica, subyace, que todo, incluso la vida propia está por debajo del logro deportivo, incentivando a los jugadores que no tengan un equilibrio adecuado, resultante en el despropósito de agredir o auto-agredirse por el logro deportivo.

4.- La conducta de Suarez adolece de una ética deportiva y de vida porque  para él……”son cosas que pasan en el área. Es decir, no hay nada grave en su actuación, y grave, gravísimo, recibe el apoyo incondicional de su entrenador, culpando a la prensa, validando su acto doloso para con un compañero de profesión. Además, un mordisco humano conlleva peligro de transmisión de enfermedades.

5.- Busca la trampa deportiva, ya que su acto buscaba finalmente no sólo agredir, sino obtener ventajas deportivas al aparentar ser el la víctima y obtener un penal que le diera el triunfo usando un acto delictual para ello.

6.- Habría que indagar sobre la vida de este deportista, ya que este tipo de conductas va aparejada en la vida cotidiana, ante la frustración por objetos amorosos y/o cercanos a explosiones de agresiones verbales y posiblemente, físicas.

7.- Para finalizar, podemos afirmar que la tensión a la que está sometido el deportista es tan severa que afecta su equilibrio deportivo y/o humano, y estamos claramente en este caso, ante una respuesta primitiva, dónde las emociones superan el proceso racional.

Basta recordar su emocionalidad infantil ante los dos goles frente a Inglaterra. No es que no queramos que un jugador no celebre ni disfrute de sus goles, pero Suárez estaba desbordado en ambos partidos, lo mismo que le ocurrió a algunos de nuestros actuales seleccionados en el Mundial de Canadá, y esperamos que al revés de Suarez, la lección haya sido aprendida y no tengamos sorpresas desagradables el sábado, sobre todo por el “clima” generado por nuestro “Exitismo y nuestra Apología de la derrota que será motivo de otros artículos.