El periodista argentino Juan Becerra tiene a su cargo la columna De Frente Boca, en el prestigioso diario deportivo Olé. Esto fue lo que escribió del partido disputado en el estadio Santa Laura entre los dirigidos por Arruabarrena y Palestino.BUENOS AIRES.- El perfil del equipo fue extraño. Tres mediocampistas y ninguno por las bandas, los laterales casi sin subir y tres delanteros a la antigua, con dos extremos y un tanque central. Desde un punto de vista aéreo debemos habernos visto como una formación de metegol. Cada línea mantuvo su horizontalidad, y esa fue la causa del estatismo colectivo, como si los jugadores se hubieran abocado a una sola función: la de correr en sentido horizontal. Pero enfrente había un equipo sincero, por no decir sincericida. Atacó al modo de un malón y planificó el partido para nosotros. Fue así desde antes del gol de Chávez. Después, nuestras chances se ampliaron hasta asegurar el resultado con un gol cantado que alguien en algún momento iba a hacer. Era una terminación cantada del partido. Pero hasta que el Vasco hizo entrar a Lodeiro, las cosas se mantuvieron en el nivel del deseo. Porque Gago no tenía con quien conversar con los pies ni con la cabeza, y porque la nobleza de Palestino facilitaba las cosas pero Boca no armaba sus chances. Hasta la asistencia de Marín para el zurdazo de revés de Chávez, que le dio dos señales al partido, una interna y otra externa. La externa, lógicamente, fue para el local y decía más o menos: «Ojota, que dejamos claros atrás contra un equipo de extremos aislados pero veloces». La señal interna fue parecida, aunque en una versión autoconciente: «Ché, metámosle que éstos dejan claros atrás y nosotros tenemos extremos sueltos pero rápidos». En el segundo tiempo, Palestino no escuchó la señal que le había mandado Boca, mientras Boca sí escuchó la que se había mandado a sí mismo. Era uno de esos partidos que se muestran «very difficult» pero se liquidan con facilidad. Palacios padeció lo primero en el primer tiempo y disfrutó las libertades de lo segundo en la etapa final. Fue nuestro jugador testigo.Al margen de estas cuestiones donde una generalidad se impuso a la otra, también intervino la habilidad de los jugadores. Las definiciones de Boca fueron limpias y de calidad. Palestino, que tuvo las suyas, se abatató varias veces frente a Orion, como si viera al Cuco. El debut de la Copa comenzó enredado pero por suerte se desenredó solo. Opinión de Juan Becerra, periodista del diario Olé. a cargo de la columna De Frente, Boca
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