A Racing le tocó seguir jugando al jenga, justo cuando se le cayeron dos piezas clave. Sin Luciano Lollo ni Diego Milito, se le resintió la estructura. Y el equipo perdió solidez abajo y brillo arriba. No es fácil jugar la Copa. Y este martes, Sporting Cristal se lo hizo saber.
BUENOS AIRES.- La derrota, sin restarle méritos a los peruanos, fue casi toda responsabilidad de la Academia. Porque no entendió cómo jugar el partido. No tuvo fútbol ni fue agresivo en el área de enfrente. Esta vez, no pesaron sus delanteros. Y cuando el alma le volvió al cuerpo a los hinchas por esa jugada de laboratorio que definió Brian Fernández y que hizo recordar a aquel gol del Pupi Zanetti ante Inglaterra en el Mundial de Francia 98, el árbitro ecuatoriano cobró penal de Leandro Grimi sobre César Pereyra y Carlos Lobatón resolvió el duelo a favor del campeón de Perú y abrió un grupo que parecía tener la clasificación asegurada para el gigante celeste y blanco.
Al comienzo, se le cayó la banda ancha a Racing. Porque por la derecha, Marcos Acuña giró como una calesita, sin sorpresa. Y por izquierda, Washington Camacho chocó y chocó, sin la lucidez que venía mostrando. Se dio cuenta de esta situación Cocca. Comprendió que la llave del partido estaba por los costados. Y los hizo rotar de banda al neuquino y al uruguayo. Sin embargo, no cambió nada. En el medio había superpoblación de peruanos, dispuestos a pelear todas con Cazulo y Lobatón como estandartes. Por eso, la más clara fue apenas un remate de Aued que contuvo Diego Penny. Y ¿Sporting? Inquietó con Irven Avila, que superó a Grimi todas las veces que pudo. De hecho, casi la metió en el final del primer tiempo.
¿Se habrá confiado Racing? Quién sabe. No sufrió, porque Sebastián Saja, anoche sin Lollo adelante, más que nunca jugó de líbero. Y desactivó a tiempo cualquier peligro que le pudieran generar. Lo cierto es que fue digno lo de Sporting, de vieja tradición copera. El fútbol peruano, mal o bien, tiene su historia. Y muchas veces, con orden y sacrificio se puede encerrar a cualquier ataque.
Pero, claro, cuenta con un técnico argentino, vivo, que fue delantero de San Lorenzo y Unión en sus buenos tiempos. El Turco Ahmed entendió que le faltaba peso ofensivo; por eso apostó al Picante Pereyra, una suerte de bestia negra para Racing. Aunque fue Avila el que allanó el camino del gol con un quiebre de cintura. Y Lobatón, que le había metido la pelota entre la última línea, recibió de su compañero y no perdonó a Saja.
Racing pareció muy tensionado, tal vez por la ansiedad que le generaba tener la clasificación al alcance de la mano. El único que estuvo a la altura fue Luciano Aued, que cortó en el medio y distribuyó el juego. Acuña perdió muchas pelotas y casi no tuvo influencia, ni por izquierda ni por derecha. Y Camacho está fundido. La seguidilla de partidos le pasó factura, no hay dudas.
Sporting Cristal, en tanto, retrocedía formando una línea de cinco. Aunque no pareció desesperarse Racing. Aun sin la claridad necesaria, especialmente de Gustavo Bou, que se apuró en los metros finales. Con el empuje de Brian Fernández, se acercó al área de Penny. Y encontró el empate en una jugada preparada. Cuando todos imaginaban un bombazo de la Pantera, el goleador tocó corto para Fernández, que giró y marcó el empate. Cocca lo quiso ganar con Oscar Romero y Cristian Núñez. Pero Grimi se llevó puesto a Avila y el árbitro ecuatoriano no dudó. Fue leve el empujón del lateral sobre el delantero, pero penal al fin. Lobatón pateó con categoría.
Racing se desinfló. No pudo remontar el resultado. Y perdió una gran chance de abrochar su clasificación, que deberá refrendar en Perú, la semana que viene
El otro partido tampoco ayudó. Guaraní, como local, goleó 5-2 a Táchira y se puso tercero con cuatro puntos, a uno de Sporing Cristal y a apenas dos de Racing en un grupo 8 que quedó muy abierto.
/Diario Clarín de Buenos Aires
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