Creo en la propuesta de Salas, pero está claro que a la maquinita cruzada le falta por aceitar algunas piezas para ser realmente un equipo-equipo y no sólo un equipo de ataque. Hasta el momento, tenemos la mejor ofensiva del torneo, pero está a la vista que eso no es suficiente. Sería majadero en repetir lo que todos ya han dicho: que este cuadro está muy desequilibrado, que su defensa es el punto débil. Es cierto, por lo que no insistiré en ello. Quedó una vez más en evidencia en la amarga derrota frente a la “U” y en nuestra propia casa.
Quiero detenerme en dos aspectos: uno, el esquema del técnico requiere de la entrega total de los jugadores, esa entrega que significa dejar hasta el último aliento en la cancha. No puede ser que si en el mediocampo o en el ataque pierdan la pelota, no vuelvan de inmediato todos a ayudar a sus compañeros de zaga. En el Clásico, se quedaban mirando lo que podían hacer Cristián Álvarez y Pulgar frente a Ubilla, Canales y algún otro volante que entraban con comodidad. Eso debe ser pronto superado, porque ya los rivales aprendieron que en contragolpe la UC es vencible, y relativamente fácil si el adversario se ciñe sólo a un control apropiado del balón, sin mucha creatividad, esperando el momento oportuno para el pelotazo.
Aquí no hay que echarle la culpa a los defensas, puesto que ellos tienen que tratar de parar a quienes avanzan con espacio, y generalmente con mucho espacio. La escuela que dejó Bielsa fue precisamente ésa: que para lograr triunfos hay que buscarlos, pero en conjunto. Llegando masivamente al área rival, pero también defendiendo con uñas y dientes los once.
Pienso que es sólo cuestión de tiempo que eso se logre. Mario Salas tiene una filosofía de juego y de vida que poco a poco ha ido inculcando a sus dirigidos. Esto no se da de un día para otro, sino que con prácticas y más prácticas, con conversación, con análisis de los partidos y, principalmente, con persuasión. Si los jugadores no se convencen de la necesidad central de este esquema, entonces el DT habrá fracasado.
El segundo aspecto tiene que ver con el juego mismo. A mi parecer frente a Universidad de Chile el estratega cruzado se equivocó al colocar a Pulgar como defensa. Si bien él conoce ese puesto, ya hace algún tiempo que viene jugando como volante, y lo ha hecho bien. Por algo fue llamado a la Selección (aunque sin mucho resultado). Tiene llegada al área rival, pega de distancia y ese veloz. Ayer pagó los platos rotos. Se vio a destiempo en varias jugadas, quizás porque ya se estaba sintiendo cómodo como volante.
Pero lo que está careciendo Católica desde hace ya bastante rato es de un Valdés de Colo Colo o del mismo Lorenzetti de la “U”, jugadores capaces de inventar algo y colocar un pase gol. Botinelli no ha podido cumplir con esta función. Es siempre absorbido por la marca o se diluye en darse vuelta una y otra vez con el balón en los pies. Mientras que Rojas, un joven valor reemplazante natural del argentino, todavía no muestra ser el jugador desequilibrante. Tiene visión de juego, tiene una rica técnica, pero no dispone por el momento de la experiencia para manejar el ritmo de un partido o las distintas situaciones que se presentan en un encuentro. Es cosa de darle más minutos en cancha.
Quedan cuatro fechas para el término del Clausura, y el panorama es complicado para el equipo de la franja. Pero somos hinchas cruzados, por lo que estamos acostumbrados a sufrir hasta el último día. De ahí que cada triunfo, cada campeonato ganado, lo celebramos con todo el alma. Creo en la propuesta de Salas. Por eso que no me cabe duda que se luchará hasta el final.
Por Ricardo San Martín Zubicueta (Editor de la Revista Chile Forestal, ex Coordinador Periodìstico de El Mercurio y Periodista de la sección deportes de La Tercera)
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