Puede haber sido el tempranero gol de Ribery Muñoz, o el calor agobiante del medio día en la capital, pero lo cierto es que por una u otra razón, vimos a una Universidad Católica diferente en el Monumental.
Por mucho que Salas insista en que jugaron igual que siempre, lo cierto es que ante Colo Colo no vimos tanta aceleración, pero en cambio hubo sorpresa para llegar en velocidad en los momentos indicados; no hubo esa salida vertiginosa, tratando de llegar al arco contrario con la menor cantidad de pases posibles, pero en cambio tuvimos un equipo que no perdió anta pelota en la salida y que no pecó de tanta imprecisión como en partidos anteriores; Costas y Pulgar no se fueron a cada rato como delanteros, pero en cambio mantuvieron el equilibrio en medio campo y aparecieron en el área contraria cuando tuvieron que aparecer (ejemplo, el tercer gol cruzado); después del 3-0 no siguieron buscando el cuarto gol, pero si se protegieron en defensa y terminaron con su arco en blanco.
Todas diferencias notables en un equipo que no perdió su espíritu ofensivo, pero entendió que hay un axioma del fútbol que no podrán borrarlo ni los Sampaoli, los Bielsa y los Salas: los mejores equipos del mundo, siempre se van a armar de atrás hacia adelante. La historia no ofrece excepciones al respecto. El Brasil del 79, el Barcelona de Pep Guardiola y el Bayern Munich de los últimos dos años y a nivel local, el Colo Colo del 91 y el 73´y la «U» de la Copa Sudamericana y el Ballet Azul eran equipos tremendamente ofensivos, pero que jamás se regalaban en defensa. Todos estos cuadros, en sus respectivas competencias. terminaron con muy pocos goles en contra.
Ese equilibrio fue el que mostró Universidad Católica en el Monumental y a mi juicio es una muy buena señal. Porque la versión anterior a este partido de los cruzados era un equipo al que daba gusto vero, pero al que cualquiera lo podía sorprender y ganarlo. El del sábado, en cambio, a nivel local, hoy por hoy nop hay con que darle.
¿ Y COLO COLO?
Todo lo contrario. La versión que vimos ante el cuadro estudiantil fue la culminación de una serie de malísimas presentaciones que han conformado este mes de abril, al que con razón los albos le tenían tanto temor.
Es cierto lo que dice Héctor Tapia: acumuló lesiones en muy corto tiempo. Y en algunos casos en el mismo puesto, como es el de enlace, donde quedaron fuera de carrera Valdés, Suazo y Vecchio.
Pero, con lo que tenía se pudo hacer algo mejor. Por ejemplo, haber confiado desde el inicio en el «chico» Carvallo, que claramente conoce el puesto y desde que entró a la cancha, al menos consiguió que Colo Colo tuviera la pelota en el medio campo y encontrara por fin a alguien que se la pasara a un blanco y no a un cruzado.
En cambio, ingresó Luis Pedro Fuenzalida, que no aportó nada, absolutamente nada por el sector derecho y retrasó a Esteban Paredes como enganche. Una experiencia que no se puede repetir nunca más. Una cosa es que un delantero se recoja para juntarse con sus volantes y otra es que directamente las oficie de enganche. En el caso de Paredes, experiencia nefasta, porque no pudo crear ninguna jugada de riesgo para Flores o Delgado y porque él mismo se restó en ofensiva, que es donde realmente su aporte es temible.
En el sector defensivo, algo pasó también en Colo Colo, que se desordenó el naipe. Por eso de variar de linea de tres a línea de cuatro y viceversa, no se acomodan a ninguna de esas fórmulas, porque con una y otra fue absolutamente permeable ante Santa fe y Universidad Católica.
No soy de los que piensa que el ciclo de Tito Tapia está cumplido en Colo Colo. Todo lo contrario, creo que es un entrenador que está muy lejos de tocar techo y su futuro es prometedor de algo brillante.
Pero, en este momento actual está desorientado y en parte obedece a esta seguidilla de malos resultados. Debe serenarse, buscar el punto exacto donde extravió el camino y partir desde ahí, de fojas cero. Todavía perfectamente puede clasificar en Copa Libertadores y con eso ya habría cumplido una de las metas para el primer semestre.
Si lo logra, a futuro, no vendría nada de mal un golpe de autoridad. Tapia, estoy seguro tiene liderazgo y personalidad. Pero, a veces es bueno demostrarlo. Por ejemplo, no aceptar que en una semana, un jugador tan importante como Beausejour se haga suspender dos veces (todo un récord) y quede al margen de dos partidos tan importante, como el que definía el campeonato y el que puede determinar la clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores.
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