Ter Stegen: En la primera final de su joven carrera, salvo la que ganó con Alemania en un Europeo-Sub17, exhibió su proverbial sangre fría, en algunos momentos se diría que hasta demasiado.Así describió Xavier Muñoz para Mundo Deportivo la actuación del portero alemán, que dejó en el banco a Claudio Bravo en la Final de la Copa del Rey
BARCELONA.- Apenas un peldaño separa al Barça del soñado triplete. La Copa también ha caído del lado azulgrana (1-3). Solo le queda la Champions al equipo de Luis Enrique, que actuó sin compasión en el Camp Nou con un Athletic digno a ratos pero atropellado en demasiadas fases del encuentro. Los azulgrana, comandados por un Messiinclasificable ya, autor de un gol que solo puede pensar él, no digamos hacerlo, miran hacia Berlín con la intención de cerrar una temporada histórica.
Y eso que la puesta en escena del Athletic al empezar el partido no fue mala. Un 4-4-2 presionante y valiente con Aduriz como principal argumento ofensivo y la línea defensiva adelantada. Al Barça el plan pareció pillarle un poco desprevenido (tuvo un susto Ter Stegen en un mal control con los pies), pero solo un poco. De hecho, el minuto 9 puso punto y final a la salida entusiasta de los rojiblancos. El tiempo que tardó Leo Messi, en versión desatada, en conectar con Neymar. Le lanzó el argentino el pase que ha acuñado esta temporada, ese que lanza escorado en la banda derecha hacia el interior del área con efecto cerrado, y el brasileño lo agradeció empalmando el balón a la red, una obra maestra que Velasco Carballo anuló por fuera de juego que las imágenes confirmaron como inexistente.
Le dio igual al Barça la decisión arbitral. El plan del Athletic ya había sido neutralizado. El Barça arrolló a los vascos de ahí al descanso. El actor principal de la transformación fue Lionel Messi, el próximo Balón de Oro indiscutiblemente. La decisión de Valverde de marcarle al hombre a través de Balenziaga no hizo más que pellizcar aún más al crack. Lo que hizo el argentino en el minuto 21 es ya historia del fútbol. Se llevó a tres marcadores hacia la derecha, en la zona de tres cuartos, y emprendió desde allí una aventura personal deliciosa solo al alcance de su talento. El hecho de atreverse a pensarlo ya le convierte en único. Arrancó, regateó a los tres adversarios a base de explosividad y habilidad, metió la directa, entró en el área, sorteó antes a Mikel Rico, que no pudo abatirlo pese a pretenderlo, e hizo un último recorte a Laporte antes de soltar su zurda. El impacto, pura violencia futbolística, entró pegado a la base del poste. 0-1 para el Barça. La final era de Messi.
El Athletic quedó muy tocado y solo Herrerín mantuvo el fuerte. Pudieron ampliar la ventaja los culés con ocasiones muy claras de Piqué y Neymar que el portero salvó. No pudo hacer lo mismo con una jugada meteórica y colectiva del equipo azulgrana, por entonces desbocado ya en pos de la Copa. Rakitic metió un balón interior a Suárez y éste, muy generoso esta temporada, lo fue otra vez con Neymar, que en bandeja para que el brasileño la empujara. 0-2 y un Athletic desbordado que solo respondió con un disparo de Williams al larguero después de un error en la entrega de Alba.
Tras el descanso bajó la intensidad de forma notable. Los dos equipos parecieron conformarse. El Barça por tener encarrilado el título y empezar a tener presente Berlín; el Athletic por no salir más herido. Luis Enrique pareció alinearse con esa sensación cuando sustituyó a Iniesta por Xavi en el minuto 55, muy pronto para tratarse de una final. Pero fue Messi, quién si no, el encargado de sentenciar la Copa con un tercer gol definitivo. Alves cabalgó por la banda, centró raso y hacia atrás, y Leo la envió al primer toque en el interior del área allí donde era imposible agarrarla. Irrepetible futbolista.
Luis Enrique, un entrenador de precisión cirujana con los cambios toda la campaña, dio entrada a Mathieu por Alba y a Pedro por Suárez. A falta de 15 minutos para el final, ya solo quedaba Berlín para el Barça. Y esa distracción la aprovechó el Athletic para volver al partido. Ibai, puro revulsivo, despertó al Athletic con un centro desde la izquierda que remató a gol de cabeza Williams. Hubo una tímida reacción vasca tras ese tanto, pero insuficiente para alterar el destino de la Copa. Neymar, con una virguería que los vascos entendieron como una provocación, acabó de cortar el ritmo de ese amago de subidón. Se afeó el partido al final con varias tanganas absurdas pero el Barça, indiscutiblemente, fue justo campeón.
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS