Desorden y retroceso, la bandera de este Brasil. La antítesis de lo que pregonó a lo largo de su rica historia, del jogo bonito, del ganar con la camiseta sea quien fuese que se pusiera delante. Que disculpe Dunga, que a juzgar por los resultados tiene más porcentaje de puntos que el Barcelona de Messi (12 ganados, una derrota y otra parda), pero su equipo es una lágrima. En parte la culpa recae sobre él, claro está, aunque también pertenece a sus antecesores y a todo ese árbol genealógico de un fútbol que hace tiempo dejó de vivir una primavera fulgurante para aferrarse como puede a un otoño que hace rato lo está dejando desnudo. Hasta la sunga le sacaron…
Amarrete, absolutamente limitado. Brasil, sin Neymar, es esto. Un conglomerado de buenos jugadores -cero estrellas- que intenta llevar a cabo su propia bandera. La de jugar como se pueda, sin darle bolilla al diccionario que alguna vez escribieron monstruos como Pelé, Ronaldo, Careca, Ronaldinho… La Verdeamarela mutó para transformarse en la Verdeamarreta, el fiel reflejo de la decadencia de un estilo que se da, principalmente, por la falta de recursos. Porque tener que recaer consecuentemente en la figura de Ney -quien pagó demasiado caro por un error de juventud- para poder sentir que la esencia de Brasil todavía se mantiene con vida, es otro pecado. Y mucho peor por cierto. A ver: Messi mira hacia los costados y los tiene a Di María, Agüero, Mascherano; Ney hace lo mismo y sólo observa como los cardos pasan rodando como cual película de Western. El único soldadito que se sumó a la batalla ¡y encima lo hizo por la ventana! fue Dani Alves, su compañero de emociones en el Barcelona. Después, poco y nada más allá de la voluntad y jerarquía de un jugador como Robinho, quien pese a estar en la curva descendente mantiene en su interior ese fuego sagrado que los de ahora sólo conocen por haberlo escuchado… ¿Que Tardelli utilice la 9 que alguna vez gastó un tal Ronaldo? Mamita. Pobre Brasil. Je.
Del 1-7 de Alemania al voleo de Paraguay en Chile pasó casi un año, pero la selección brasileña poco parece haber aprendido. De hecho, se repitió en errores como el de David Luiz en el debut y el de Thiago Silva -su reemplazante- ayer. Dejá, Brasil, ya no dan ni ganas de saber lo que se siente…
Escrito por Silvio Fabale para Olé de Buenos Aires
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