Argentina tiene Angel. Tiene a un grupo infinitamente voraz. Tiene la final en el bolsillo y a Chile esperando. Tiene gol. Tiene, sobre todo, a Messi. O sea, tiene todo para soñar. El fútbol a veces da revanchas. Ocurrió en esta noche de goles, de baile, de ilusiones: la Selección albiceleste vapuleó a Paraguay por 6-1, no dejó dudas, lo durmió. Marcos Rojo, Pastore, Di María, Agüero, Higuaín y a festejar… Y allá vamos. Como dice el tango, 22 años no es nada… El sábado cueste lo que cueste, pase lo que pase, habrá que dar el último de los pasos. El más difícil. El más deseado…
Si algo necesitaba la Argentina, más allá de meterse en el partido final, era contar con 90 minutos como los que terminó redondeando en Concepción. Es que a la Selección le sobró un tiempo para demostrar que se encuentra un escalón por encima de alguno de los rivales que en el comienzo de esta Copa lo habían complicado.
Lo extraño es que la Argentina fue el mismo y distinto a la vez que en los anteriores encuentros. El mismo porque la intención fue el balón y el control del partido. Distinto porque encontró la efectividad que no había tenido, porque de a ratos optó por un juego directo, porque abrió a Paraguay de pelota parada, porque Pastore fue más profundo que en toda la Copa, porque apareció Di María…
Sólo faltó el gol del mejor jugador del mundo, es cierto. Pero Messi, por ejemplo, tiene una cuota parte en el grito de Pastore. Tomá, Flaco, hacelo vos, pareció decirle cuando el partido no estaba decidido. Había sido la cuarta llegada y el segundo tanto argentino.
Una mala salida de Otamendi reflotó algunas dudas que la Selección había tenido en su debut. Lucas Barrios, que había entrado por Santa Cruz, se encontró sólo en el espacio que dejaron los centrales y no perdonó a Romero ni a su invicto de 313 minutos.
Si ese grito fue psicológico, la corrida de Di María en el arranque del segundo tiempo fue psiquiátrica. Fideo empezó a avisarle con otro tanto a toda América que Argentina quiere la Copa. Y Messi, también. La Pulga siguió buscando el gol que le llegó a Agüero e Higuaín… Un tremendo 6-1 para esperar a Chile.
Imposible no comer ilusión después de una noche tan redonda, tan argentinamente feliz. «Que de la mano de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar», cantó la hinchada trasandina al final. Canta todo un pueblo futbolero.
Por Federico Rosembaum para el diario Olé de Buenos Aires
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS