La última imagen de Lionel Messi en la Champions League lejos estuvo de la estatura de su leyenda: el gesto adusto, la mirada en el césped, tras el 2-8 ante el Bayern Múnich por los cuartos de final de la edición pasada, que celebró el conjunto alemán. Pues bien, la Pulga jugó ante el Ferencvaros, por la primera fecha del Grupo G de la Liga de Campeones de Europa, con el afán de borrar aquella foto ingrata.
El delantero, de 33 años, fue una de las figuras del triunfo 5-1 del Barcelona, que dejó atrás la caída 1-0 ante el Getafe, por la Liga de España. El argentino anotó un gol al ejecutar un penal que él mismo fabricó. Estrelló un remate en el travesaño, participó de la tercera conquista de su equipo, que firmó Philippe Coutinho; y le dio la asistencia a Debelé en el quinto.
Y continuó agrandando su mito con nuevas marcas. Por ejemplo, su remate desde los 12 pasos lo llevó a anotar al menos un gol en 16 ediciones consecutivas de la Champions. Un hito impensado. ¿Más? Es el máximo anotador de la fase de grupos de la competencia, con 69 tantos.
Ya en la segunda etapa, participó del tercer gol, al amagar dentro del área chica y tocar hacia Ansu Fati, quien de taco asistió a Coutinho para el grito colectivo. Y en el 5-1, a un minuto del epílogo, aguantó la pelota de espaldas, giró y encontró libre a Ousmane Dembelé para que celebrara tras un remate hacia el arco sin defensas.
Pudo haber redondeado su actuación con otro tanto. Contó con tres tiros libre sin suerte (uno desde una posición muy parecida a la de su enorme gol ante Liverpool, por la Champions League 2018/2019). El último, en el final, volcado hacia la derecha. Su intento, con buena dirección, tal vez algo falto de potencia, provocó la volada estética del guardameta del Ferencvaros. Una imagen más acorde al trono que supo ganarse en el mundo del fútbol.
/Fuente: Infobae
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