El Barça, con tres centrales y sin Griezmann ni Coutinho en el once, vuelve a ganar fuera de casa (0-3)
Empezaba el Barça su partido en Valladolid con una losa insólita, la de ser el peor equipo de Primera fuera de casa, y con el reto inaplazable de reencontrarse con la victoria.
Lo hizo en un partido más que solvente, marcado desde el arranque por la mano de Koeman, que revolucionó la alineación: tres centrales (Mingueza, Araujo y Lenglet), los laterales habituales, Pjanic, De Jong y Pedri en la medular y solo dos delanteros natos, Messi y Braithwaite. Fue una especie de 3-5-2 flexible, con Coutinho y Griezmann en el banquillo, por cierto. Fue una apuesta ganadora.
Fruto de los cambios o de la pura necesidad, el Barça dio un paso adelante: con los laterales más largos, ocupó el campo contrario y juntó líneas, pero está lejos de ser un equipo brillante.
Lenglet abre el marcador
Amenazaba el Barça con quedarse a medias en su plan de partido cuando abrió el marcador. Gracias a un central, cómo no: fue Lenglet, que remató de cabeza un buen centro de Messi al área pequeña del Valladolid. Últimamente, en el Barça, marcan más goles los centrales que los delanteros: cosas de este Barça tan singular.
El gol alivió la tensión del Barça, más necesitado que nunca de resultados, a falta de mejorar su juego. El mensaje que emitían los jugadores de Koeman en el césped del Zorrilla era claro: solventar el trámite, embolsarse los tres puntos y descansar unos días por Navidad.
Pedri, oro puro
El partido retrató la importancia de Pedri. Por si había dudas: el canario ya es un jugador fundamental en el Barça de Koeman. Nadie como él para moverse entre líneas, activar a sus compañeros y hacer circular el balón. Es el futbolista más ambicioso de la plantilla. Tiene criterio, apenas se equivoca y lee el juego como un veterano. Y combina a la perfección con Messi: una joya.
A la media hora, el Barça ya supo que el partido sería suyo: marcó de nuevo Braithwaite, tras una excelente acción colectiva del equipo, con Messi filtrando un balón a Dest, que se la puso en boca de gol al danés. Ahí, Braithwaite no suele fallar.
Fue el premio a la solidez del Barça, que cuajó una primera parte solvente: enfrente, el Valladolid se hizo pequeño. No tuvo empuje ni consistencia para poner a prueba a Ter Stegen, que disfrutó de sus minutos más tranquilos de la temporada.
Un gol de ‘gourmets’
En la reanudación, el Barça conservó el resultado, pero lo adornó con un gol fabricado por dos gourmets. Merodeaba el Barça por las inmediaciones del área de Masip cuando Pedri tuvo la genialidad de ver el desmarque en ruptura de Messi. Y le regaló un maravilloso pase de tacón que Messi no desaprovechó. El 0-3 fue un golazo.
Ahí murieron todas las esperanzas del Valladolid. Con 20 minutos por delante, el Barça jugó liberado de los peligros del marcador y Koeman movió el marcador: entraron Umtiti, Junior y Busquets, pero el dibujo no cambió.
Apenas un minuto después, Ter Stegen apareció con una mano extraordinaria ante un remate de Orellana. Apretó el Valladolid en busca del gol del honor, pero el partido no dio más de sí, aunque Umtiti estuvo cerca de regalar otra pifia cómica en defensa. La cosa no pasó a mayores, pero el defensa francés no está para grandes partidos.
Ya en el descuento, Messi estuvo a punto de firmar el cuarto, pero su remate se estrelló en el palo derecho de Masip.
Se trataba de ganar, por fin, lejos del Camp Nou, casi tres meses después. Seguirá abierto el debate sobre el sistema pero con victorias, los debates son más agradables. A la espera del Eibar, que visita el Camp Nou el 29 de diciembre, el Barça vivirá una Navidad tranquila.
/Sport
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