El charrúa dio la vuelta al marcador con su doblete en el 2-2 con Celta de Vigo
Estaba sufriendo el Atlético, iba por debajo en el marcador con toda la justicia, el Celta asfixiaba a los colchoneros y no había idea alguna en el conjunto local. Pero apareció Luis Suárez. El charrúa sólo había entrado en juego para tocar el esférico de espaldas a la portería rival en su campo, para oxigenar el juego de su equipo, pero en cualquier momento es capaz de dar un zarpazo.
Para este tipo de situaciones se fichó a uno de los mejores delanteros del mundo. Para desnivelar la balanza cuando las cosas se atascaban o para hacer reaccionar al equipo cuando todo estaba cuesta arriba. Ante el Celta, sólo necesitó un balón en el área de Llorente para superar a Rubén.
Siete goles en cuatro partidos, nueve en siete apariciones. Y más allá de los números, el valor de la dianas. Sus acciones dan puntos. Abren el marcador como contra el Cádiz, desnivelan el electrónico como en Vitoria o en Eibar o dan un empujón a los suyos como frente al Celta. Ante Luis Suárez no hay virus que afecten.
Por si fuera poco, la situación se repitió tras el paso por el túnel de vestuarios. Suárez andaba por el área cuando Lodi jugó con él de primeras. Kondogbia se quitó las penas del primer acto con un perfecto cambio de juego sobre el brasileño y el resto, lo decidió el de siempre.
Finalmente, el partido terminó empatado 2-2
/Marca
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS