El equipo de Koeman sufrió y supo reponerse para conseguir un buen 1-1 ante Athletic Bilbao. Memphis y De Jong, los mejores en una formación que busca reconstruirse.
Hay un tiro libre a un par de metros del área y la evocación es inmediata. Se miran Memphis y Griezmann, se hace cargo el neerlandés, la pelota pica y va mansita a las manos del arquero. Desborda Jordi Alba hasta el fondo pero el pase que llegaba bombeado y con la justeza exacta ahora le roza los pocos pelos que le quedan en la nuca y se va por el lateral.
Braithwaite queda solo en el área chica, con el arquero fuera de carrera y la pelota servida. Le pega mordido y la tira por encima del travesaño. Y el combo curioso se agranda cuando Ronald Araújo ensaya dos piruetas espectaculares: una para convertir un gol que es anulado por infracción previa y otra para evitar un festejo rival sobre la línea.
Barcelona está aprendiendo a jugar con 12. Porque el fantasma de Lionel Messi seguirá sobrevolando en su inconsciente. Y esos partidos que ganaba con una genialidad del argentino ahora lo obligan a luchar y sobreponerse para alcanzar el empate. Fue un buen punto el que se llevó del nuevo San Mamés frente a un Athletic Bilbao que, hasta que el físico le dio, fue superior y se impuso con autoridad.
Si algún desprevenido miraba la pantalla al pasar, le habría costado darse cuenta que ese equipo de camiseta color lavanda y rostros poco conocidos era el Barcelona.
Porque en el arco no da seguridad Neto, que reemplaza al lesionado Ter Stegen, en el carril derecho sigue en deuda Sergiño Dest, Araújo entró por Gerard Piqué (con una molestia en las costillas) en el primer tiempo y cuando había que ir por el empate a Ronald Koeman no le quedó demasiada alternativa que mandar a la cancha a Yusuf Demir, un atacante austríaco de 18 años, que está a préstamo del Rapid Viena e hizo su debut.
Tuvo destellos el equipo catalán, especialmente cuando se enchufa Frenkie De Jong, el más claro para manejar las acciones de área a área pero que necesita compañía. O cuando encara Memphis, que se mueve cómodo cuando se recuesta por la banda izquierda y tira la diagonal hacia el medio. Así fue el más punzante en la primera mitad y tuvo su premio cuando metió el bombazo hermoso de zurda para el 1-1.
¿Alcanza con eso? Parecería que no. Todavía no se pone el equipo al hombro Griezmann, queda demasiado lejos de la zona de peligro Busquets, Pedri paga la factura de un verano sin descanso. Y la defensa sigue siendo frágil, más aún ante tanto recambio por lesiones.
El punto es positivo para avanzar en la reconstrucción. Porque el Athletic lo había superado en actitud y en juego. Y lo más preocupante es que lo hacía con acciones simples, especialmente con pelotazos largos para Iñaki Williams, que volvió locos a los centrales o pelotas aéreas como la que conectó Íñigo Martínez para el 1-0.
En tiempos de pandemia, el mundo habla de nuevas normalidades y cada latitud se va amoldando a la coyuntura que permite el grado de circulación del virus. El Barcelona también se acomoda a su nueva vida.
Messi tenía al Athletic como una de sus víctimas predilectas: le metió 18 goles por liga y nunca perdió un partido por el torneo local. En el balance total, fueron 29 gritos en 41 encuentros, sumando 8 tantos en la Copa del Rey y 3 en la Supercopa de España.
Eso que le daba Messi ya nadie se lo dará. Ahora Leo es turista en la ciudad en la que vivió casi toda su vida, mira por televisión al equipo que transformó para siempre y posa para las fotos que subió Antonela a Instagram en el reencuentro con sus perros, antes de la mudanza definitiva a París.
Y Barcelona, en su nueva vida, se va conforme del San Mamés con un empate.
/Clarin
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