El 0-0 marca la realidad de ambos elencos, que llevan cinco partidos sin convertir y no levantan. Los de Rueda, aún con chances, y los de Barros Schelotto, lejos del Mundial…
La necesidad volvió a ser una mochila muy pesada para el equipo de Reinaldo Rueda, que puso en el campo todas sus cartas ofensivas pero se estrelló contra la ansiedad y una imprecisión que ya ha dejado de ser solo un síntoma: algo no anda bien desde la cabeza y la cuenta de cobro es la total anemia de gol.
Sabía Colombia que era su obligación y lo sabía James, el primero que a los 4 minutos salió victorioso del duelo en el medio campo entró en sintonía con Díaz, quien amenazó con escapar pero sufrió una falta que el estadio, consciente de su papel, reclamó con un rugido, sonoro, potente, como el de la falta a Muriel, que otra vez, a los 6 minutos, quedó en nada
:Amenazaba Borja sobre los diez minutos en una rápida salida a la que le faltó precisión en el centro, pero el rival jugaba y se arrimaba con Almirón, que perdió con Cuadrado en el mano a mano final. Y a los 18 la primera salida de Yairo que no encontró socio… el mal de siempre, un escenario más que cómodo para un Paraguay que esperaba y apostaba por el error de una zaga en la que Yairo y Dávinson lucían firmes.
No podría Muriel con el obstáculo de Borja, no podría el propio delantero en las dos pelotas claras que le quedaron -la del tiro de esquina de James a los 33 la más clara- y a esa altura ya había una certeza: como dijo Rueda en la previa de este partido, su atacante preferido no llegó a tope a este duelo. Mea culpa para él al darle la confianza de ser titular.
Y entonces, milagro: el impreciso cabezazo de Dávinson le cayó a casi nadie, Almirón, quien metió un riflazo que se estrelló en el palo. Lo que no podría hacer una Colombia espesa y ansiosa en la salida, lo hacía su rival en un error no forzado. Para colmo, las tarjetas amarillas a Lerma y Cuéllar los sacaban para la próxima fecha y empezaban en noviembre los dolores de cabeza de enero.
Se fueron Borja por Zapata, Valoyes por Muriel y Cantillo por Cuéllar. Y sí, mismo módulo pero distintos intérpretes, confiando en el libreto hasta el final. Paréntesis: sonará a intrascendencia pero a esa altura ya era muy fresca, por momentos casi fría, la noche, una brisa que iba y venía en un estadio que había perdido la amenaza sicológica del calor.
Levantaría el estadio James con un remate desde afuera que parecía vencer a Silva a los 57 minutos, y era su primer intento franco en todo el partido y la tribuna rugía ¡James, James! y parecía la cura de todos los males… solo que se iba a demorar. Porque Paraguay se acomodaría y haría suyo el reloj, perdiendo tiempo deliberadamente en faltas y presuntas lesiones sin que el árbitro Facundo Tello llegara a percatarse, y porque en Colombia había más velocidad en la salida pero seguía faltando precisión.
Y mientras James cobraba sendos tiros de esquina sin mayor peligro y metía una pelota a la cabeza de Zapata que se fue por arriba. Y seguíamos en ceros. A los 79 se iba, sin cumplir su sueño, el número 10, daba paso a Borré y Lerma a Arango. La película del empate contra Ecuador: muchos atacantes, poca gestación. Como en la finca, cuando más vacas no necesariamente producen más leche…
Se iba Cubas expulsado a los 84 y amenazaba con ser un beneficio para Colombia que no llegaría a tal, pues los remates se irían a las nubes y el tiro libre que esperó James llegó cuando él ya no estaba en campo. Todo desperdiciado. La más clara opción llegaría al cierre, en ese intento de un Zapata que no logra encontrar la llave del gol vestido de amarillo.
¿Qué queda ahora? Colombia, parcialmente cuarta, pero en una anemia de gol que ya pone en entredicho desde el nviel de los jugadores hasta la calidad de la convocatoria 17 puntos que igualan con Perú y solo dan un punto de ventaja sobre la sorpresiva Bolivia… y un pronóstico de nubarrones en el vuelo hacia Catar 2022.
/Fútbolred. Fotos: twitter selecciones de Colombia y Paraguay
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