El Barcelona se encuentra en una situación atípica. Quizás los culés más jóvenes no se acuerden, pero hubo un tiempo en el que a su equipo le pasó algo similar a lo que sucede esta temporada. Tiempos oscuros, de años sin ganar un solo título y con dificultades hasta para clasificarse para Liga de Campeones.
El barcelonismo se ha acostumbrado en los últimos años a vivir en la opulencia. Se ha hinchado a conquistar títulos, ha tenido en sus filas al mejor del mundo durante más de una década y se ha podido permitir fichar a varios cracks. Todo esto hace que el batacazo de ahora sea mucho más duro. «Duele» ver al Barça jugando Europa League, explicaba Xavi Hernández al acabar el partido en Múnich.
Precisamente Xavi conoce de primera mano esta situación. Le tocó vivirla como jugador, como él mismo recordó, y ahora le toca hacerlo desde el banquillo.
La última vez que el Barça jugó Europa League, la competición no se llamaba ni siquiera así. Se denominaba Copa de la UEFA. Fue en el curso 2003-04. De hecho, el día que los catalanes jugaron su último partido de ese torneo, el 25 de marzo de 2004, contra el Celtic de Glasgow, Gavi no había nacido. Esa temporada guarda ciertos paralelismos con la actual.
Como ahora, el Barcelona se encontraba en pleno proceso de reconstrucción. Joan Laporta acababa de llegar al poder y también se encontró una entidad con serios problemas financieros. El club tenía muy poco margen de maniobra para moverse en el mercado. Tanto es así, que cuando se le ofreció la posibilidad de contratar a Cristiano Ronaldo, Laporta tuvo que rechazarlo.
Eso sí, se contrató a Ronaldinho, un hombre que resultó clave para levantar al club. El líder que se echó a sus espaldas la reconstrucción del Barcelona. Precisamente el tipo de jugador que anda buscando ahora la entidad. Puede que ya esté en el vestuario, como Ousmane Dembélé, o que haya que salir al mercado en su busca.
EL MERCADO DE INVIERNO
Como ahora, en aquella temporada el mercado invernal tuvo un papel muy importante en el devenir del club. El Barça cerró una de las mejores operaciones invernales que se recuerdan. Probablemente la mejor del club: la cesión de Edgar Davids. El neerlandés fue clave para elevar el nivel competitivo del equipo en la segunda vuelta.
De hecho, esa segunda vuelta del Barça fue memorable. No se ganó nada, pero el equipo dejó la sensación de que se estaba construyendo algo grande. Eso es, precisamente, lo que se tiene que pedir a los azulgranas para este curso. Sentar las bases de un gran Barcelona.
/Marca
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