El gol en el 89′ da el pase a los leones tras un partido dominado claramente ante un Madrid escaso de juego, mantenido por sus centrales y con sus brasileños titulares
San Mamés disfrutó de otra noche memorable, empujando al Athletic hasta las semifinales de la Copa del Rey. A la cuarta, los leones se impusieron a un Madrid menor, sin juego. Le sostuvieron sus centrales, Militao y Nacho, y el acierto puntual de Courtois. Ancelotti tiró de los brasileños, tres recién aterrizados, y no funcionó. No fue cuestión de físico, sino de juego. Especialmente en el centro del campo, barrido por el despliegue rojiblanco. El golazo de Berenguer premió a quien lo había merecido. Ni más ni menos.
La apuesta por los cuatro brasileños de salida demostró la fe inquebrantable de Ancelotti en todos ellos. También la escasa confianza que profesa a futbolistas de nóminas astronómicas. Bale, Hazard y, en menor medida, Jovic. El italiano debía saber la intensidad que metería el Athletic al duelo, consciente de su superioridad física, y aún así fue la opción elegida. Por eso no sorprendió la presentación del duelo, con Raúl García apretando las clavijas a Nacho y Alaba, lateral izquierdo, saliendo con la bola y sufriendo sin ella las carreras de Nico Williams. Las que entran por las que salen.
Unas manos excelentes de Courtois tras un derechazo cruzado de Dani García y una maniobra estupenda de Muniain por la izquierda al lateral de la red fueron las posibilidades reales de adelantar al Athletic en la primera media hora. Después de tres derrotas, Marcelino instaló a su equipo en campo enemigo para asfixiar al rival. Lo hizo con juego dinámico, vertical, y una presión feroz, con Raúl García obligando a arriesgar en cada acción dividida . Cegó además la salida natural blanca al someter a Vinicius, que empezó adornándose y se fue desquiciando con los minutos. Dani García las tuvo tiesas con el brasileño, que empezó reclamando los recados en cada lance y acabó intentando caños donde no debía. Tan encendidos estaban que el medio rojiblanco acabó viendo la amarilla por reiteración de faltas. San Mamés abroncó al árbitro por no premiar también a Vini a resultas del pique con Dani.
El primer tiempo fue de los leones, aunque se marcharon a vestuarios masticando cierta decepción. Primero, por no rentabilizar su dominio. Segundo, por la lesión de Nico Williams, una de esas roturas por dar un taconazo en carrera. Pecado de juventud. Al descanso, Ancelotti tenía mucho que arreglar: la imprecisión de Kroos, la desconexión de Asensio, la poca presencia de Modric, la ligereza de Rodrygo… Conste que todos cumplían con su cuota de trabajo sin balón, pero con la pelota el Madrid generó poco. Un disparo de Rodrygo y alguna combinación larga. Pare usted de contar. Pues cambió poco tras la pausa. Entró Berenguer por Nico y Courtois tapó el gol de Iñigo al minuto, tras una falta botada con música por Muniain. El mismo que sirvió, cinco minutos después, otro centro que Raúl García cabeceó desde cerca, cruzado. El VAR revisó si había mano de Nacho. No encontraron pruebas de la infracción.
La barra de energía del Athletic se vino abajo en el 70′. Marcelino retiró a Raúl García. Fueron los únicos minutos en que el Madrid equilibró el duelo y pudo ganarlo. Asensio se marcó una exquisitez en la frontal, un taconazo con caño que dejó solo ante el portero a Casemiro. El brasileño resolvió mal, con un tiro centrado que blocó sin problemas Aguirrezabala. El brasileño participó en la jugada decisiva, un carrusel de pérdidas consecutivas que acabó con la de Case, robó Vesga, sirvió a Berenguer y decidió el partido con una clase indiscutible. Recorte y tiro colocado junto al palo. San Mamés estalló como en los mejores tiempos. Está en semifinales. Con todo merecimiento.
/Escrito por José María Rodriguez para Marca de España
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