Papá Víctor y mamá Susana charlaron con Olé desde Arizona después del triplete de Pablo: “Fue una noche soñada”.
Los gritos de gol recorrieron los más de 1.300 kilómetros que separan a Resistencia (Chaco) de Arizona, San Luis, un pueblo de poco más de 1.000 habitantes, sobre la ruta provincial 55, a 350 kilómetros de la capital provincial. Allí, papá Víctor y mamá Susana encendieron la tele para ver a su hijo en acción con la camiseta de River y Pablo les regaló una tremenda actuación con un triplete que llenó de orgullo a toda la familia Solari.
«Es una alegría inmensa, fue una noche soñada. Que juegue en River ya es suficiente, meter un gol es mucho mejor y hacer tres en una noche… La verdad, que lo pasamos maravilloso. Disfrutamos muchísimo con mi señora de verlo feliz. Lo que toca lo transforma en gol. Estamos satisfechos, contentos, alegres…», expresó Víctor, en charla con Olé, mientras prende el horno de la panadería que tiene en su casa.
Al lado, con el guardapolvo puesto y lista para encarar un nuevo día como directora de la primaria del pueblo, Susana no ocultó su emoción por este tremendo arranque del Pibe en el equipo de Gallardo, donde lleva siete tantos en ocho partidos con un promedio de gol de 0.88 por encuentro. «Unos festejos terribles, de gritar, de abrazarnos, de aplaudir… La verdad fue un momento feliz para ambos que miramos el partido a la distancia».
Fanático de River desde la cuna, no puede creer lo que está viviendo Pablo César, uno de sus cuatro hijos junto a Matías Jesús (se especializa como médico en Buenos Aires) y Santiago (juega en Gimnasia de Mendoza), todos nombres que representan la historia riverplatense: Mateo se llama Gabriel por Batistuta y es el único hincha de Boca.
«Lo disfrutamos mucho. Ojalá siga así por el bien de River y que gane cosas que es lo que debe estar sintiendo por dentro en este poquito tiempo. Debe estar feliz como nosotros, o más», agregó Víctor, quien también en charla con Olé había expresado sus sensaciones post debut en el Monumental.
«¡Fuimos con toda la familia al Monumental, no nos lo íbamos a perder! No se le notó, pero debía estar ansioso. Aunque pese a eso, mostró su coraje: no muchos pueden vestir la camiseta de River ante 72 mil personas en el Monumental, agarrar la pelota y encarar, no muchos pueden. Calculo que las piernas te deben temblar».
/Olé de Buenos Aires
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