El campeón de Europa reacciona al 2-0 del Liverpool de Salah en un cuarto de hora y construye una goleada legendaria, el mejor homenaje a Amancio, con Vinicius estelar
El Real Madrid dejó su sello de campeón de Europa en el escenario más mítico del fútbol inglés, la casa del último finalista de la Champions. Fue la mejor despedida posible a Amancio, el presidente de honor que viajó a París para presenciar en directo la 14. Anfield cayó bajo el embrujo blanco en la mayor goleada de la historia red siendo fiel a la blanca, con una remontada espectacular. Contestó a un 2-0 liderado por Salah con una mano iniciada por Vinicius y secundada por el equipo al completo.
La noche vino especial desde el inicio. La grandeza del Liverpool se demuestra en el cuidado, el respeto y el amor al fútbol. La corona de flores depositada por Dalglish y Hogan ante el fondo de los madridistas y el respeto reverencial al minuto de silencio por Amancio, El Brujo, demostraron que la institución está a la altura de un equipo formidable, que en un cuarto de hora sepultó el mal recuerdo de la final de París. Salió el Madrid con Rodrygo en un once alegre, desinhibido, cargando el ataque y despoblando el medio sin Ceballos. Todo el plan naufragó en la banda izquierda por obra y gracia de Mohamed Salah. Primero se perfiló hacia dentro, como buen zurdo, y metió un pase tenso, perfecto, al desmarque de Darwin Núñez. El uruguayo coronó con un taconazo exquisito. Diez minutos después, el egipcio acudió a presionar a Courtois tras una jugada trompicada. El portero de la 14 se lió de mala manera, golpeó con la rodilla derecha al ir a recortar y entregó a Mo, que tomó cumplida venganza de las paradas del belga en Saint Denis
El arrollador arranque red obligó a rectificar a Ancelotti, que envió a Modric a sala de máquinas junto a Camavinga y solicitó más atención a sus extremos para perseguir a sus laterales. Salah insistió por el pasillo entre Alaba y Rüdiger, pero remató fuera. Por entonces el único aviso ofensivo del Real Madrid había sido un remate de Rodrygo taponado por Van Dijk. De la nada, en un ataque estático con la defensa del Liverpool instalada en su área, Vinicius interrumpió la combinación corta con Benzema para soltar un latigazo con la derecha brutal, a la base del poste.
No es casualidad que la primera actuación estelar de Vinicius con la camiseta blanca fuera en la soledad de Valdebebas, a la espalda de Alexander-Arnold. El brasileño se echó el escudo a los hombros con Anfield hirviendo y espantó el chorreo a puro fútbol. Alisson le negó el empate con una mano prodigiosa, en otro latigazo que buscaba el mismo rincón. En el intercambio, Militao y Carvajal sacaron de la línea el gol de Núñez que había nacido, otra vez, por la banda de Alaba. El austriaco, al intentar despejar, se dañó las fibras. Entró Nacho y cerró la puerta.
Esa tranquilidad en cobertura también aligeró a los blancos, que frecuentaron el área rival con más frecuencia. Bajcetic intentaba surtir a los extremos, pero en una pérdida Valverde buscó en profundidad a Vini. Llegó antes Joe Gómez, retrasó al meta y el destino igualó la contienda. Alisson buscó el despeje frontal, la pelota golpeó en Vini y entró mansa en la portería. Partido nuevo, con el brasileño desatado. De hecho, el primer tiempo se cerró con la respuesta a una falta de Alexander-Arnold que conviriteron en contra mortal Valverde y Vinicius. Robertson rebañó el gol de la bota de Rodrygo.
La grave crisis del Liverpool que parecía enterrada en las últimas semanas, con la vuelta de Van Dijk, y que había puesto en cuestión al mismísimo Klopp se hizo carne tras el descanso. Los ‘reds’ dimitieron de sus funciones en una falta lateral, todos atornillados al césped mientras sacaba Modric y Militao se anticipaba para cabecear como un martillazo. Con la personalidad del campeón de Europa, el Madrid se puso a tocar la pelota como si Anfield fuera su propio jardín.
Cayó el cuarto desde la derecha, tras una combinación de Rodrygo con Benzema que culminó el francés con fortuna. Su remate iba a un palo y el toque de Gómez lo envió al otro. Klopp hizo cambios para contener la caída, refrescando el ataque con Firmino y Jota. No funcionó, porque el Madrid era superior en todos los sectores. También en el centro del campo, donde Modric puso el toque de distinción. El croata empezó a ganarse la renovación con el robo que abrió la contra perfecta. Abrió a Vini, que tocó a Benzema y el francés adornó el tanto con el regate a Alisson y el remate, con Van Dijk y Gómez bajo palos.
No fue un chorreo, fue una exhibición. Incontestable. La ovación atronadora de Anfield al acabar el partido fue el reconocimiento emocionante de la afición ‘red’ al campeón europeo. Queda la vuelta, y el Chelsea ya demostró que no hay imposibles en la Champions. Pero desde que Nacho cerró la puerta y Vinicius tocó la campana, el Madrid despachó un partido de leyenda, pleno de confianza y grandeza. La prueba de que el Real Madrid va a defender la corona con carácter y con fútbol.
/Escrito por José María Rodríguez para Marca
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