Hernán Galíndez, el seleccionado ecuatoriano, no se entendió con su compañero Wilker Ángel y con un autogol absurdo, Aucas perdió 2-3 un partido que había conseguido remontarle a la Academia
Ver video del partido y luego el comentario del partido del portal Racing de Alma
Parece mentira… Difícil de creer lo que tuvo que sufrir Racing. Jugadores e hinchas disfrutaban del entretiempo con el estómago lleno de actitud y de varios momentos de buen fútbol. Todo parecía en orden. La Academia ganaba 2-0, había sido avasallante en ese primer tiempo. Una tromba que no dejaba ni respirar a Aucas, un rival reducido, paralizado, aturdido. Pero el equipo de Gago no remató antes el encuentro, salió dormido en la etapa final y en esa siesta los ecuatorianos golpearon. Había sido una fiesta el Cilindro y que se había transformado en un clima de suma tensión afuera y adentro, con jugadores muy nerviosos. Aunque le quedaba un ingrediente más a un partidos de locos: la desgracia del defensor que hizo el gol en contra. Racing le ganó a Aucas 3-2 y quedó como líder del Grupo A de la Libertadores.
Con un rato nomás de adelantamiento en el campo, de atrevimiento, los ecuatorianos había aprovechado descuidos defensivos del rival y remontaron el resultado. Ayudados, además, por el pésimo arbitraje de Ferreyra, que expulsó mal a Maxi Moralez, que no echó a Quiñónez y cobró las divididas para Aucas. No obstante, tanta tensión valió la pena. De insistir, en uno de los tantos centros que mandó, la solución la dio el propio jugador de Aucas, Ángel, con su cabezazo hacia atrás que se le metió a su arquero Galíndez. Y el Cilindro estalló. Con uno menos, Racing llegaba al tercer grito y sellaría un éxito de los que fortalecen mucho anímicamente. Se floreó en el PT, falló en el segundo y perseveró detrás de la victoria que cosechó. Costosa, pero muy valiosa.
La gente de Racing se golpeaba el pecho por ese período inicial estupendo. El equipo jugaba clon una autoridad aplastante. Con el enojo volcado favorablemente después de tres partidos sin ganar y un flojo clásico de Avellaneda. Sin tibiezas. Con la determinación para ir a liquidar rápidamente a su rival. Voraz, agresivo, intenso. Su pecado fue no haber podido llevar esa supremacía abrumadora al marcador con más anotaciones. Porque Aucas, claramente, estaba para irse goleado al descanso. Faltaba una mano más que no llegó.
Racing había vuelto a ser el Racing, a enamorar a su gente. Volvía a ser un equipo confiable, consistente, hambriento, que combinaba intensidad y momentos de muy buen juego. Luego de imponerse con fútbol y corazón, la reacción de Aucas lo metió en medio de un clima de nerviosismo, de premura. Racing fue con todo por la victoria. Pero se repitió en centros que no le dieron soluciones porque siempre ganaban los grandotes de Aucas.
De movida Racing lo puso contra las cuerdas al conjunto ecuatoriano. Lo asfixió. Lo desconcertó. No le dio respiro. Al estar posicionado tan alto, el dueño de casa recuperaba pronto la pelota cerca del arco de enfrente. Le llegaba a Aucas por todos los flancos: por los costados, con centros, con triangulaciones, por adentro.
De movida Racing lo puso contra las cuerdas al conjunto ecuatoriano. Lo asfixió. Lo desconcertó. No le dio respiro. Al estar posicionado tan alto, el dueño de casa recuperaba pronto la pelota cerca del arco de enfrente. Le llegaba a Aucas por todos los flancos: por los costados, con centros, con triangulaciones, por adentro.
Aun sin Matías Rojas, su figura, Racing lastimaba adelante. Maxi Romero jugó un gran partido, con un gol, una asistencia y una buena definición que no terminó de la mejor manera por el travesaño. Paolo Guerrero, muy claro como siempre para pivotar, le dio u lindo pase a Maxi previo al centro del gol de Nardoni. A propósito del ex Unión, expuso su mejor actuación desde que llegó. Necesitaba un encuentro así tras algunos flojos que despertaron cuestionamientos justificados. Y hubo respaldo de atrás, como esas subidas de Piovi para generar fútbol con cesiones profundas, las escaladas punzantes de Gabriel Rojas con buenos centros o la presencia de Mura en conexiones con Hauche y Nardoni.
El crecimiento de individualidades propiciaba el de un equipo que monopolizaba la pelota, ante un Aucas que ni siquiera se atrevía a ir por el descuento por temor a que la Academia le metiera más goles. Pero Racing no amplió la ventaja en ese PT y padeció en segundo.
La cuestión es que ese otro gol se dio bastante más tarde de lo que lo merecía Racing. En el medio, Aucas le metió dos estocadas en un abrir y cerrar de ojos, sufrió la roja directa de Moralez, perdió volumen de juego y padeció porque sus constantes centros no podían ser conectados. Lo conectó, sí, un defensor de Aucas. Y explotó la euforia. La descarga.
Por Nicolás Montalá para Racing de alma
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