Partidazo del Betis. No se puede resumir de mejor manera el encuentro que realizaron los verdiblancos ante el líder, el conjunto merengue
Pese a las bajas importantes, las carencias en la plantilla en posiciones importantes, Manuel Pellegrini mantiene a todo el plantel enchufado y los jugadores respondieron en el terreno de juego para competir ante los blancos con una nota muy alta, hasta el punto de rozar un triunfo que hubiera sido merecido. Una imagen muy positiva de un cuadro de Heliópolis que obtuvo el reconocimiento de su parroquia con una gran ovación al final de un choque que a buen seguro dejó en la libreta de Pellegrini una palabra: orgullo.
El partido llegaba el intermedio equilibrado, sin ningún dueño claro, aunque el Real Madrid amenazó con hacerse con el mando con el gol de Bellingham después de otra ocasión en la que Isco llegó con la puntera y salvó Lunin por poco (51’). Apenas dos minutos después se adelantaban los visitantes y fueron malos momentos para un Betis que no era capaz de defender las llegadas de Rodrygo, sobre todo.
Un golazo espectacular
Pero este Betis es capaz de arremangarse y en esos momentos supo sufrir para después disfrutar con un espectacular golazo de Aitor Ruibal. El lateral derecho cortó un mal pase de Bellingham a su costado y se fue con decisión al ataque. Recibió al final el pase atrás de Willian José y vio que no tenía nadie alrededor que pudiera impedir su espectacular disparo. El catalán le pegó con la derecha con una virulencia absoluta y también con precisión gracias a la caída final del balón en una especie de folha seca. Lunin se vio totalmente superado y el Benito Villamarín estalló de forma colectiva.
Defensa
El partido transcurrió con mucho ritmo e intensidad a lo largo de los más de noventa minutos de juego. Los verdiblancos actuaron con su habitual esquema, con ese 4-4-2 en el repliegue que a la hora de atacar pasaba al clásico 4-2-3-1. Mientras, el Real Madrid puso en liza un doble pivote con Toni Kroos y Fede Valverde, y a partir de ahí Modric por delante y tres hombres, Bellingham, Rodrygo y Brahim, con total libertad para moverse por la zona de ataque. En el tramo inicial del partido el brasileño fue un incordio para Ruibal por su desborde constante. Los blancos, con más posesión que el Betis, no dudaban en repetir una y otra vez esa acción de buscar a Rodrygo, pero el Betis fue creciendo en el partido a base de una defensa sólida en la que Chadi Riad estuvo imperial, cortando balones y anticipándose a sus rivales.
El Madrid acosó algo a los de Heliópolis en el tramo final, pero el marcador no se movió. Sí ocurrió eso en la segunda parte (53’) en un gran pase de Brahim a Bellingham que resolvió el inglés batiendo por bajo a Rui Silva en una jugada que tuvo su origen en una acción poca afortunada de Ruibal, quien luego se desquitó con un golazo fruto de un excelente golpeo de la pelota. Y después, con el empate, con el choque metido en idas y venidas, como en muchas fases también del primer tiempo, los centrales béticos se encontraron un gran trabajo de los tres hombres que actuaron ayer para confeccionar el doble pivote. Primero, Marc Roca con Altimira y luego, el jugador cedido por el Leeds con Guardado, que también aportó mucho cuando entró al campo. Y todo, con el compromiso y el esfuerzo en tareas defensivas de los hombres de ataque, porque el Betis sigue siendo un sólido bloque.
Ataque
Una de las noticias positivas que dejó el partido en ataque del Betis fue lo bien que se desenvolvió Ayoze por la banda derecha, llegando de sus botas las ocasiones más claras de los verdiblancos en el primer tiempo y, ya en la segunda parte, otra con un gran pase a Isco. Una alternativa que Pellegrini usó y que le funcionó muy bien. Abde estuvo participativo, pero sin demasiado desborde, Willian José se fajó en el trabajo de descarga, Assane demostró sus ganas pero sin demasiada fortuna y Luiz Henrique apareció en ese centro que enganchó Isco con un cabezazo que acabó en el palo.
Virtudes
El compromiso de los jugadores del Betis de Pellegrini.
Talón de Aquiles
Las acciones de Rodrygo.
/El diario de Sevilla
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