Un gol del ex madridista Llorente, aprovechando la debilidad aérea blanca arranca el empate del Atlético en otro derbi igualado. Brahim anota el 1-0 y pone en pie a la grada, frustrada en su minuto: el 93′
El Real Madrid dejó escapar la ocasión de sentenciar el liderato en el tiempo añadido, víctima de su debilidad anunciada. Tuvo que alinear una pareja de centrales de emergencia y entre ambos cabeceó Marcos Llorente el tanto que mantiene con vida al Atlético en el campeonato, Pudo igualar antes, es cierto. También se expuso a las contras que el equipo blanco perdonó de mala manera. Brahim descorchó el partido, enamoró a la grada y fue sustituido en un tramo final en que el Madrid fue a menos.
Vino la noche revirada para el Madrid. Confirmada la ausencia de Rüdiger, Vinicius sintió dolor y se cayó de la alineación. Calentó con fuerza Joselu, y cuadraba esa solución asumiendo la falta de potencial aéreo, defensivo y ofensivo, sin el central alemán. Incluso se anunció por megafonía el relevo, ariete por extremo. Saltaron los dos equipos al verde y compareció Brahim Díaz en el once para ubicarse en el sector derecho del ataque. Las cosas como son, el malagueño destacó en el primer acto, dominado por los blancos.
No fue sólo por el gol. Fue por su facilidad para mejorar las jugadas, tocando rápido cuando convenía, buscando el desborde y tirando desmarques en profundidad que tan bien vienen ante un equipo cerrado. De hecho, obligó a Simeone a cambiar su plan inicial. Había colocado a Riquelme en el puesto de Samuel Lino, tormento para el Madrid en cada derbi de la temporada, y tuvo que colocarle de interior para que fuera Hermoso quien se hiciera cargo del asunto. Para entonces, el Madrid se había puesto por delante en un ataque rápido que desbordó a los rojiblancos. Saúl despejó atrás habilitando a Lucas y en el centro fue Koke quien tocó blando para entregar a Brahim, que colocó templado en la red.
El Atlético que salió replegado de inicio se desperezó nada más localizar a Griezmann. Se tiró atrás y conectó con Morata, que cruzó de primeras y Lunin sacó ágil abajo. Pero las sensaciones más evidentes de peligro atlético llegaron, como era lógico, por el aire. Con Carvajal y Nacho como centrales, el papel del meta ucraniano en balón parado era capital. Buscó dominar siempre, y en la única que dudó respondió con una mano antológica al cabezazo de Witsel a quemarropa. Fue la mejor ocasión para el Atlético en medio partido. Tampoco es que el Madrid tuviera muchas más opciones, pero con la pelota amenazó más. Con Kroos vestido de quarterback, poniendo balones al pie daba igual la distancia. Con Bellingham menos fino pero muy presente en el partido, y con Camavinga devorando kilómetros en el centro, sin ataduras.
El partido viró tras el descanso, con la entrada de Nahuel Molina por Riquelme. El Atlético dio el paso adelante de inicio y forzó un córner. Lo botó Griezmann al primer palo y Savic peinó cruzado a la red. En el camino del balón se cruzó Saúl, por delante de Lunin, que se incrustó incluso dentro de la portería. Interpretaron que era suficiente para anular el tanto. Espabiló el Madrid con el susto, buscó la internada Lucas por derecha y cayó ante Saúl dentro del área. No señaló penalti aunque pudo hacerlo. Peor estuvo Sánchez Martínez al interrumpir una salida del Madrid a la contra taponando a Bellingham y no cortar el juego.
El Bernabéu entró en erupción al caer Bellingham derribado por Savic. Cosas menores acabaron en penalti. El Cholo metió un triple cambio, buscando más peso en ataque con Lino, Memphis y Barrios. También se expuso a las contras, con Valverde correcaminos, y perdonó la sentencia en un tres para dos que Rodrygo estrelló en la pechera de Oblak. Entró Correa por Koke, despoblando aún más el centro del campo para sobrecargar el área. Generó peligro en centros laterales, pero de nuevo pudo matar el Madrid. Brahim recibió en el área, se deshizo de Hermoso y Witsel y estuvo a punto de hacer el gol del año. Se le fue, por nada, y el madridismo se puso en pie para despedirle al ser sustituido. El Bernabéu se descubrió ante el genio andaluz.
Ancelotti buscó cerrar el partido a la italiana. Metió a Modric para tener más control de balón. Se llevó de ligero la grada cantando olés en alguna posesión, porque quedaba cera. Un error de Mendy dejó a Correa en ventaja, metió al área y Griezmann metió el tacón. Lunin achicó para evitar el empate en una parada decisiva. Se agigantó Kroos, que apareció por todas partes para recuperar mil y un balones. Como en dos incursiones de Lino, pesadilla del tramo final. Ahí estuvo el alemán para taponar dos remates de Griezmann. Lo que es el fútbol, en un balón frontal, a la desesperada, ya en tiempo añadido, el Madrid entregó la victoria. Se retrasó Memphis, tocó al aire, dudaron Carvajal y Nacho y con ello consintieron la llegada de Llorente, discreto toda la noche, para cabecear a la escuadra. Un empate que pone más picante al duelo del sábado ante el Girona. Decisivo.
/Marca
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