La victoria superclásica es un envión (más) al proyecto Selección y un alivio para Mascherano. ¿Estará Messi en Francia?
En el abrazo de los jugadores brilla una luz que ahora puede ser dorada. La Selección acaba de lograr una victoria épica, de esas que quedan en el tiempo y Javier Mascherano -con su pelada-, se mete entre los pibes, para descargar tanta angustia contenida. Ya pasaron el cabezazo inolvidable de Gondou, las atajadas top de Brey, la guapeza de Almada para jugar cuando la pelota quemaba. Argentina le acaba de dar otra piña de nocaut a Brasil: le ganó 1-0 para sacar el boleto directo a los Juegos Olímpicos, para dejar al Scratch sin nada. Y así, decime qué se siente…
El festejo íntimo va de la cancha al vestuario. El desahogo es muy grande porque la Selección coqueteó a dos puntas durante todo el Preolímpico entre el sueño y el infierno. El equipo sabía que le quedaba una chance ante Brasil -sólo le servía ganar- y la aprovechó. Demostrando la personalidad que exhibió durante todo el torneo, aunque con mayor coraje cuando las piernas pesaban.
Sin brillar, es cierto, pero asumiendo el protagonismo ante un rival que militó el amarretismo en el primer tiempo y que se acordó tarde de atacar. Por eso, la Argentina ya sueña con la tercera (medalla olímpica) mientras que Brasil verá París 24 por tevé.
Todo bravo
En el torneo más difícil de la Conmebol (apenas dos de diez cumplen su deseo), la Selección dio la cara y logró el objetivo. Mientras todos ya sueñan con que Messi tenga un last dance en un Juego Olímpico y el propio Javier Mascherano le abre las puertas, es prudente antes valorar al plantel que consiguió la plaza. Uno que en silencio, sin los Europibes, pero con Thiago Almada, el campeón del mundo que bajó al barro y terminó en andas de sus compañeros en el festejo final, logró el difícil objetivo.
No fue fácil la planificación inicial: entre Mascherano y Bernardo Romeo (coordinador de Juveniles) decidieron no soñar con los jugadores de la región UEFA -los clubes no los iban a ceder- y apostaron por la base doméstica más algunos del continente. Un plantel conformado por talentos del fútbol local con los refuerzos del capitán Thiago y de Esquivel, ex Unión, que se convirtió en un grupo resiliente. Porque Argentina superó el quedarse con un jugador menos -Malatini fue transferido a Alemania y dejó al plantel con 22- y también lesiones, suspensiones, injusticias arbitrales y ventas de futbolistas cerradas en pleno certamen (Santi Castro y Di Cesare). Fue un triunfo grupal que iluminó también a un deté que en Caracas pasó del cuestionamiento al festejo.
Porque Mascherano se sacó un peso de encima. Chiqui Tapia metió un puñito por otro pleno y el proyecto Selección sigue firme. Su equipo, en un torneo parejo en el que nadie brilló, terminó siendo de lo mejor (lo cerró invicto) junto con Paraguay, campeón clasificado.
Ya habrá tiempo para ver quiénes estarán en Francia, a qué mayores convencer… Por lo pronto, ahora el objetivo es ganar otra tercera, la tercera medalla Olímpica. La que Masche logró como jugador en 2004 y 2008 y que ahora quiere ganar como deté. Con esta Argentina que logró su ticket ganándole a Brasil, del que es papá de acá a París.
/Escrito por HernánClaus para Olé de Buenos Aires
Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS