El cuadro albiverde – que venía de ser eliminado en Europa- le ganó con autoridad por 3-1 al Athletic de Bilbao. Claudio Bravo fue citado, pero no sumó minutos
No pudo redimirse el Real Betis Balompié de una forma más hermosa ante su público del dolorosísimo fiasco de Zagreb. Lo hizo con una victoria maciza, inapelable, ante un Athletic Club menguado, distraído por esa vuelta de la semifinal copera, sí, pero al que el Betis terminó de echar del partido a empellones y ramalazos de fútbol del bueno.
Tras partidos de ataques inocuos y previsibles, rompió un Betis verticalísimo, intensísimo y que se forjó un brillante 3-1 final, con tantos del Chimy Ávila, Paredes en propia puerta y Johnny. Un triunfo que lo devuelve a la sexta plaza con 42 puntos, dos más que la Real Sociedad. El Athletic sigue atesorando la quinta plaza con siete puntos de margen sobre los béticos, que se quedaron a punto de volcar el average particular de su parte con un gol a favor más (4-2 fue el resultado en Bilbao).
Fue una redención plena de entrega y casta, que paradójicamente fue incluso ardorosa cuando más llovió –y a veces lo hizo a cántaros– pero también bordó el fútbol por momentos el Betis, con un puñado de jugadores que rayaron a un notable nivel –Aitor Ruibal y Sabaly en los laterales, Fornals, Fekir– y por encima de todos Willian José y Johnny, que se está consagrando como todo un baluarte en esa zona ancha tan desnuda con la baja de Guido y la habitual ausencia de Marc Roca entre sanciones y remiendos.
En el minuto 41 llegó la jugada que terminó de echar a los vascos del pleito, el 2-0 por autogol de Yuri y la inmediata expulsión de Nico Williams por protestarle al árbitro balear Cuadra Fernández que había sufrido una supuesta falta en el origen del segundo gol verdiblanco (primera amarilla) y por aplaudirle irónicamente la amonestación, lo que provocó la segunda y su consiguiente expulsión. Nico debió ver que Cuadra no expulsó a Vinicius en un Real Madrid-Almería por aplaudirle tras una amarilla, se pasó de ingenuo y terminó de convencer a sus compañeros de que no era el día y que el foco había que ponerlo definitivamente en la vuelta ante el Atlético del próximo jueves.
El fútbol jamás va a perder su vocación caprichosa y tras una primera parte casi perfecta del Betis, el Athletic acortó distancias en su única aproximación, un córner que botó desde la izquierda Berenguer en el descuento de la primera parte. Emergió en el primer palo Guruzeta entre Ruibal, Chimy y Willian José para girar el cuello y sorprender a Rui Silva. Pero tan afinado estaba el Betis y tan desconectados los leones, que la segunda parte fue un remanso de paz que ni siquiera alteró el tiro cruzado de Berenguer que se marchó cerca del palo izquierdo de Rui Silva en el minuto 54, aún con 2-1. Ya no hubo margen a un giro inesperado en un guion cantado, irremisible, que reforzaron desde el banquillo Carvalho o Rodri.
El Betis de Pellegrini rara vez patina dos veces seguidas y volvió a reincorporarse con rapidez de la lona tras su fea caída en Croacia. Extrañó de salida que Chimy Ávila se ubicara en la izquierda, pero pronto quedó justificada la decisión de Manuel Pellegrini.
A los trece minutos de juego, Altimira recuperó una pelota cerca de la media luna del Betis y en lugar de hacer lo que el noventa por ciento de los jugadores, descargar atrás, se giró con habilidad para activar una salida rápida hacia el área de Unai Simón. Y vaya si lo fue. A la derecha de Altimira recibió en corto Johnny y el estadounidense adelantó con celeridad a la derecha a Willian José, abierto a la banda derecha para desafiar al central que tuvo que salir fuera de su zona, Paredes. El brasileño aceleró con potencia, le tomó ventaja al rojiblanco para elegir la mejor opción y lo hizo: un preciso pase corrido a la incorporación del Chimy al área. El argentino controló perfecto a la primera, clave para que el defensor no se le echara encima, y remató por debajo de las piernas de Unai Simón. Golazo inapelable que terminó de encender a una grada que, de salida, fue indulgente con su equipo tras el tercer batacazo de la temporada, el del jueves en Zagreb.
Durante unos minutos, al gol le puso sordina un extraño suceso: la asistente de la banda de los banquillos, Guadalupe Porras, colisionó con un operador de cámara mientras volvía a la línea de medios tras el gol y se hizo una herida que la forzó a ser evacuada en camilla. Durante unos minutos nadie acertó a saber qué había ocurrido, lo que provocó una lógica inquietud general. Le tomó el relevo el cuarto árbitro, Holgueras Castellanos.
Cerrado ese paréntesis, el bello tanto embarcó definitivamente al beticismo en una hermosa primera parte de los suyos, plena de intensidad, de casta, de amor propio para reivindicarse tras el fiasco europeo. Pero también plena de fútbol. Si apretaba la lluvia, más lo hacía el Villamarín ante el ardor de los suyos en cada lance, en cada balón incierto. Fue impresionante la aportación de Aitor Ruibal desde el lateral derecho, no sólo a la hora de adivinarle la salida de Nico Williams cuando lo encaraba, también en sus briosas proyecciones en ataque. Sirvió al espacio varios balones realmente buenos para que Pablo Fornals tirara de su innata calidad.
También Fekir ganó un punto de chispa. Apareció por más sitios y dio continuidad a las jugadas. Así trazó un pase mágico a Willian José en la gestación del 2-0. Remató el brasileño al cuerpo de Unai Simón, pero la pelota rebotó en Paredes y se fue a la jaula.
Willian José mereció que ese balón entrara a la primera. Su papel fue clave en el triunfo bético. Dio el 1-0 al Chimy, provocó el segundo y participó en la obra de arte que fue el tercero: tras una aseada salida de balón de la defensa, Fornals adelanta al brasileño, de nuevo muy brillante de espaldas para abrir a Fekir, el francés se la devuelve, la recibe de nuevo ya en zona de peligro y tiene la pausa para ver la llegada de Johnny. El tiro del norteamericano, fuerte y preciso, ilustra la preciosa redención bética bajo la lluvia.
/Escrito por Juan Antonio Solís para El Diario de Sevilla
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