Lucas Passerini, el ex atacante de Palestino y Unión La Calera convirtió dos goles. Alex Ibacache y Matías Marín también fueron titulares y figuras. Lautaro Pastrán estuvo en la banca de suplentes
Este es el comentario del partido escrito por Pablo Ramon para la prestigiosa revista deportiva Olé
Con cuatro goles en un tiempo no hay manera de ganar, es una catástrofe asegurada y una enorme señal de alarma de cara a Río de Janeiro. Errores hubo de todos los gustos, individuales, colectivos y combinados. Al minuto, la primera macana, quizá atribuible a un inicio frío, puede pasar. Saracchi intentó salir jugando y la perdió; Campuzano la recuperó y volvió a perderla. La tomó Sánchez, una pesadilla, enfiló al área y pateó. Javi dio rebote, Passerini se la birló a Valentini y adentro. Un desastre en una sola jugada, pero fue apenas el comienzo…
El tema es que Boca estuvo muy lúcido de la mitad de la cancha en adelante. Parece caerle bien el módulo Libertadores de jugar con doble nueve y cuatro mediocampistas con dinámica y buen pie. Con participación de los laterales, el equipo de Almirón dibujó varias jugadas bien concebidas. Así fue el golazo de Pipa para el 1-1 (Blondel, pase a Merentiel, desborde y golazo de Pipa acomodando el pie) y del mismo delantero uruguayo para el 2-1 (hermosa habilitación de Benedetto a Saracchi, picante desborde y centro para la llegada del goleador).
En adelante, el desastre. Después de un gran pase de Blondel y una exquisita definición de Benedetto que se estrelló en el travesaño, Boca cometió todos los errores posibles y de la manera más burda. Primero, Barinaga empató tras un córner, en un cabezazo entre Merentiel y Benedetto, que se desvía precisamente en Pipa. Después, Valentini (desconocido por su inconsistencia) no pudo parar una pelota llovida, se la robó Sánchez (cuándo no) y definió Passerini. Y luego, el colmo: tras un corner, Valdez cabeceó para adentro, y el que facturó fue Rolón. Indefendible donde se lo mire…
Después, la reacción, porque -en la buena noticia de la noche- Boca llegó a Córdoba explotado de goles. Si el equipo de Almirón estuvo en partido, fue por su ataque. Zeballos, que entró muy picante y luego se fue con una fea lesión, metió un centro que Merentiel, otra vez, transformó en gol con una patada de karate.
Belgrano se tiró atrás (armó línea de cinco), dramáticamente. Lo tuvo Valdez de cabeza, pero la confusión de Boca fue aumentando con cada segundo que caía en el reloj. Claramente, el daño estaba hecho, aunque Boca intentó hasta el final, aunque Belgrano se perdió un gol increíble porque García no tiró el centro. Así las cosas, crédito al Pirata, puntero, invicto y en zona de Sudamericana. Boca dejó pasar otra chance de sumar para las copas, porque le sobró fútbol para ganar, pero le faltó firmeza atrás para sostenerse. Y así es casi imposible ganar. Y soñar…
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