El volante chileno, ex O´Higgins de Rancagüa, vio acción como titular en el sorprendente empate que logró el Cádiz como visitante contra el Real Madrid por la fecha 18 de LaLiga española.
Tomás Alarcón estuvo en cancha casi la totalidad del encuentro. Al minuto 90+4′ dejó el campo de juego tras ser sustituido. Ya son 12 partidos que el seleccionado chileno arranca como titular, en 15 cotejos que ha jugado en total esta temporada en el torneo español.
EL PARTIDO
Después de una racha impecable ante la clase alta de la clasificación, el Real Madrid no fue capaz de desmontar el entramado defensivo de un Cádiz que encontró en el escenario más difícil el blindaje que adquirió con Cervera. El líder y equipo más goleador no pudo con el penúltimo, de los más goleados, en su tercer empate en el Bernabéu. Un tropiezo que desmiente a quienes pìensen que LaLiga está ganada. Una batalla en cada partido.
A pesar del brote de coronavirus que condicionó al Madrid, Ancelotti presentó una alineación de lo más aparente. Eso sí, con todo el costado diestro de estreno: Lucas, Valverde y Hazard. Sonaba suficiente para doblegar al penúltimo de la tabla, con sólo dos victorias en su casillero. El Cádiz no está al nivel del pasado año, es una evidencia, pero Cervera entendió que para rascar en casa del líder la mejor opción era vestir como el Villarreal, entero de amarillo, y juntarse en la defensa de su puerta como espartanos para probar suerte en una contra improbable. Demasiado atrás, demasiado lejos.
Todos los partidos tienen puntos clave, momentos donde la historia puede virar en un sentido radicalmente distinto. Después de 25 minutos defendiendo como única ocupación y sin asomarse al área contraria, el Cádiz encontró su ocasión en una salida de Iván Alejo contestada por Casemiro con un entradón. Durante unos segundos el Bernabéu temió lo que parecía inevitable, la roja merecida al brasileño, en una acción sin sentido, impropia de un futbolista con su expreriencia. Quién sabe si influenciado por una bronca anterior tras no pitar una falta clamorosa, Jaime Latre interpretó que no se produjo daño y mostró la amarilla.
El caso es que poco a poco el Madrid cayó en la dinámica que proponía el rival, de amarillo como el Villarreal, y se limitó a tener el balón sin causar daño. Movían los blancos de lado a lado, con Akapo fijado sobre Vinicius, y las jugadas solían desembocar en el sector de Lucas. El gallego, de nuevo lateral por obligación, no encontró el punto a los centros, tan llovidos que no eran problema para Ledesma. En medio partido, lo mejor del duelo fueron los chispazos de Vini, incluido un regate asombroso a Fali sin tocar el balón que corrigió, atentísimo, Cala, y un remate espectacular de Valverde correspondido con una parada brutal de Ledesma.
Quedó claro al descanso que para ganar el partido el Madrid había que meter más velocidad al balón. Imprescindible ante la acumulación de defensores del Cádiz. Empezó a calentar Jovic, se sospechaba que por un improductivo Hazard en banda, pero el belga abandonó la banda y fue otro. Se encontró con Benzema en una pared espectacular que salvó Akapo ante Vinicius, y después fue Ledesma quien evitó el 1-0 al sacar abajo un cabezazo del belga, habilitado por Kroos.
Aquello ya no era fútbol sino balonmano. La entrada de Negredo también eliminó la salida al espacio, reculando aún mal a los cadistas en su zona. Benzema, felicitado por la grada en su cumpleaños, no encontraba la finura en el control ni en el desmarque, por lo que el partido estaba enquistado y era necesaria la intervención de Ancelotti. Metió a Jovic. Por Valverde. Sorprendente y arriesgado. Se expuso a una contra que pudo aprovechar Negredo en la mejor salida del Cádiz. También acorraló a un Cádiz heroico, consciente de estar ante una ocasión estupenda de puntuar en el Bernabéu. Lo logró, sufriendo, metido en su área, lo que quieran. Un puntazo, pese a no tirar a puerta, que sabe a gloria para un equipo en descenso. El Madrid ya sabe que nadie le va a regalar los puntos por ser el mejor del torneo. Volvió a echar de menos a Modric en ese último pase. Por algo es indiscutible en cada alineación blanca.
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