El equipo del Ingeniero Pellegrini se impuso por 2-1 al Celje y dejó muy avanzada su clasificación en la Conference League
El Betis dio un importante paso para la clasificación en la Liga Conferencia gracias a ese elemento siempre presente en el fútbol que responde por azar. Los verdiblancos resolvieron en la última jugada la cita con el Celje eslovena gracias a una internada por el centro de Juanmi, que acertó con la portería en su lucha con el central Vuklisevic.
El malagueño de Coín fue providencial, una vez más. Con el Celje atacando después de empatar con el tanto del español Nieto, Juanmi demostró, como tantas y tantas veces, que es el más listo de la clase. Aprovechó que estaba solo por el centro, arrancó la moto y tuvo la fuerza suficiente para llegar hasta Stubljar. Ahí buscó la picada y encima se encontró con la ayuda del defensa esloveno, pero qué más da, lo único trascendente es que todos los béticos pudieron despertar de una vez y celebrar con fruición un triunfo que ya parecía imposible a esas alturas.
De la nada al todo
El fútbol es así, por eso es tan maravilloso, se puede pasar de la nada al todo en apenas segundos. La demostración estuvo esta vez en el Benito Villamarín, como un día antes lo fue en el Parque de los Príncipes de París. Sólo valen los goles, no las ocasiones y Matko falló una clarísima para el Celje (84’) cuando se quedó absolutamente solo delante de Adrián. Juanmi hizo justo lo contrario, colarla bola entre los palitos y el Betis tenía todo el derecho a celebrarlo a lo grande.
Fue un final importante con vistas al desarrollo de la competición, pues un segundo tropiezo en el Benito Villamarín hubiera sido demasiado. Tanto que el público bético había silbado en diferentes ocasiones a los suyos, sobre todo después de la ocasión antes reseñada de Matko, donde tuvo lugar la bronca más sonora.
Antes, en el intermedio, también hubo un sonido de reprobación que iba a definir a la perfección la primera parte desarrollada por los hombres de Pellegrini. Como contra el Copenhague, no fueron capaces de meterse nunca en el juego, de imprimirle una marcha más para desnudar a un Celje que estaba a años luz en lo referente a la calidad futbolística. Pero, claro, para marcar esas diferencias es necesario poner muchísimo más ardor.
/Escrito por Francisco José Ortega para El Diario de Sevilla
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