El equipo del Ingeniero terminó metiendo en su arco al cuadro del Cholo Simeone, pero no le dio para alcanzar la igualdad. Bravo sigue sin sumar minutos en el arco verdi blanco
El último cambio resultó significativo: Savic por Morata y ahí me las den todos. Eso suponía adelantar a Witsel al mediocampo y a Llorente a una delantera en la que ya andaba Riquelme, sí, pero al fin y al cabo era un central por un punta con ventaja mínima en el marcador y la grada de los nervios. Sostuvo el Atlético el resultado, en todo caso, viviendo en el balcón de su área y agradeciendo que antes de esa sustitución, incluso de las dos anteriores, Oblak hubiera sacado una mano por los viejos tiempos, desviando al poste lo que iba a ser el empate a mayor gloria de Guido. Se lame las heridas el equipo rojiblanco, a ver qué remedio.
El personal sospechaba en la primera parte que, acabara como acabara, aquello acababa mal. Conviene explicarse: Rui Silva había derribado a Morata dentro del área (o eso le pareció a Soto Grado, que el contacto no deja de ser mínimo), pero la tecnología andaba revisando si el punta del Atlético había arrancado en fuera de juego. Así que susto o muerte desde la perspectiva local: o jugada que se iba al limbo… o penalti que se fallaba. Resultó que esta vez un rival habilitaba al bueno de Álvaro, resultó también que, efectivamente, el meta del Betis adivinó su intención en el disparo. Y eso que el de las manoplas no es precisamente un especialista en tal suerte. El Metropolitano se tiraba de los pelos.
Todo lo que rodea al 19 rojiblanco quita foco al resto de un primer acto bien despachado por el Atlético y en el que en todo caso ya circulaba con ventaja desde una jugada que empezó con Bellerín extraviando una pelota a pies de Hermoso y acabó con Bellerín intentando sacar esa misma pelota para que no la rematara Hermoso. El colmo de los males béticos fue que el toque de su lateral derivó en una extraña carambola que aún pasó por Pezzella y otra vez Rui Silva antes de superar la línea de gol. Quede constancia, en lo que a ocasiones respecta, que ese primer tramo aún dejó una doble de Memphis a mayor gloria del portero y otra de Rodri, por fin noticias verdiblancas, bien tapada por un solvente Paulista.
Ahí El Ingeniero envidó de salida con músculo para el mediocampo, Carvalho y Guido del tirón. Bien hecho, porque después de cuarto de hora sin que pasase gran cosa, y justo cuando El Cholo se disponía a modificar sustancialmente su sala de máquinas, Koke y De Paul fuera para que entraran Saúl y Nahuel, adelantándose Llorente, situándose Barrios en el eje, una pérdida absurda dejó la pelota en botas del primer citado en el párrafo, que dibujó una parábola maravillosa desde fuera del área para meter a su equipo en el partido. El resto fue angustia en clave local. Lo de Guido y Oblak. Lo de Savic, después. Puntos de sutura, en fin, que falta hacían aun a costa del Betis.
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