El chileno ingresó en el minuto 79´ cuando su equipo ya caía por 4-1 ante los merengues
El Madrid ha alcanzado altura de crucero. Despachó al Villarreal con un partido completísimo, especialmente sin balón, asfixiando a un Villarreal herido en un duelo accidentado, con varias lesiones. La de Alaba tiene pinta fea. Brilló el equipo blanco al completo. Eso sí, merece su noche de gloria Brahim, que regaló un gol monumental para adornar un trabajo generosísimo sin balón. El malagueño es un cañón que se suma al dúo Bellingham.-Rodrygo en un ataque demoledor. Ha nacido la BRB.
El Villarreal fue el último equipo que asaltó el Bernabéu, en aquella noche estelar de Chukwueze. Poco tiene que ver el equipo amarillo actual con aquel, desde el banquillo a la delantera, y aún así el Madrid afrontó el duelo con una ambición espectacular, poco vista en el Bernabéu. Una presión feroz en campo contrario, casi de hombre a hombre, convirtió el césped del Bernabéu en un campo de minas para el Villarreal desde el minuto uno, forzando una cascada de pérdidas amarillas y recuperaciones blancas.
El reencuentro entre Fede Valverde, hipermotivado, y Álex Baena después del incidente del párking duró poco. El de Roquetas recibió un pisotón de Lucas Vázquez antes del minuto cinco. Aguantó renqueante hasta la media hora. Como Gerard Moreno, que fue a un salto con Rüdiger y al caer dobló el tobillo. Intentó alcanzar el descanso, pero tuvo que irse al vestuario antes de pitar el descanso. Marcelino se lamentaba en su zona. Por los percances, por la falta de continuidad en el juego y por las concesiones defensivas. Porque el Madrid sometió al submarino en todos los sectores. Salvo alguna incursión de Ilias, apenas inquietó a Lunin, sorpresa de Ancelotti en el once. Habrá que ver cómo gestiona el asunto del portero en adelante, porque aquello de que volvía Kepa seguro ya no lo es tanto.
La ferocidad en la presión blanca se cobró una víctima tremenda. Alaba persiguió a Gerard más allá del mediocampo, después de varias acciones defensivas brillantes, y le falló la rodilla izquierda. Se dio cuenta en seguida de la gravedad. Lo del Madrid con las lesiones también da para un libro. El percance apagó la algarabía provocada por el 1-0, el inevitable de Bellingham, que ha convertido en rutina abrir los partidos. Lo hizo como un ariete consumado, abriéndose el hueco y hurgando en el hueco entre centrales para recibir el pase templado de Modric. Cabeceó duro, picado abajo, muy canónico. Como Rodrygo, que aprovechó un balón suelto en área pequeña tras un córner para convertir el segundo. Lo anuló Figueroa por un fuera de juego desmentido por el VAR. Reflejo de la superioridad del Madrid, especialmente sin balón.
El paso por vestuarios cambió el partido radicalmente. Se fueron tocados Albiol y Mendy, uno por banda, y el Villarreal subió varios puntos de intensidad. Aprovechó cierta caída de tensión blanca, que había dado por cerrada la faena. Se aprovechó Morales, que sabe latín, hurgando entre los centrales para silenciar el Bernabéu, perplejo. como si no se creyera que el Villarreal pudiera hacer daño. Subió la temperatura del choque, con los piques multiplicándose. Pero antes de que los amarillos generasen más peligro apareció Brahim con toda su excelencia. Después de darse una paliza en persecución de Parejo, evitando que recibiera cómodo, que se girase, dibujó una obra de arte. Se fue de Mandi con un reverso, encaró a los centrales, amagó hacia fuera, quebró hacia dentro y remató cruzado, perfecto. Ha llegado para quedarse.
El 3-1 liberó las tensiones. Bellingham se enredó con Altimira, Parejo con Nacho, y entre tanta refriega apareció Modric para finiquitar el asunto. Cayó Rodrygo en el área después de un servicio de Lucas, el balón quedó muerto y el croata colocó un pase a la red. Pidió la grada una manita, contagiada por el ardor de Jude, que pedía más madera. Coqueteó con la segunda amarilla en un duelo de mirada con el colegiado. Hizo bien Ancelotti en retirarle para evitar males mayores. Allí se cerró una victoria incontestable que coloca a los blancos en el primer puesto provisional. A ver cómo responde a la presión el admirable Girona.
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