El cuadro de Avellaneda llegó invicto desde que Carlos Tévez asumiera la condución del equipo. Sin embargo, fue arrollado por elenco millonario: 3-0 con un gol del Pibe Solari
El Millonario saltó al campo de juego con una formación con muchos cambios, teniendo en cuenta la última presentación en Santa Fe frente a Colón. Dos de ellos eran lógicos, porque Franco Armani y Paulo Díaz regresaban de participar de la fecha FIFA. Pero hubo una decisión de Demichelis que sorprendió desde el vamos: el ingreso de Santiago Simón por Andrés Herrera. Con la idea de imponer condiciones desde el arranque, el DT le renovó la confianza al mediocampista, que volvió a jugar en una posición en la que aporta salida permanente y llegada al fondo.
La premisa del Millonario salió a bien, por momentos. Porque River se hizo dueño rápidamente de la pelota y del partido, más allá de la presión que intentó el equipo de Carlos Tévez con los mediocampistas y los laterales bien arriba. Sin embargo, al elenco de Martín Demichelis le faltó profundidad y claridad en los últimos metros durante los primeros veinte minutos, en los que pasó poco y nada dentro de la zona de fuego.
Para encontrar la primera situación clara de gol hubo que esperar hasta el minuto 25, cuando Esequiel Barco hizo gala de su buena pegada y sacó un zurdazo violento contra el primer palo que se desvió levemente en el camino y alcanzó a manotear Rodrigo Rey al córner. River tuvo algunas llegadas profundas por los laterales, pero casi siempre terminó en centros pasados contra el segundo palo y remates interceptados por algún jugador del Rojo. Faltaba la puntada final.
A partir de los 30 minutos, el clásico se hizo mucho más entretenido, con situaciones en los dos arcos. El equipo de Tévez tuvo una chance clarísima a los 32′ de juego, a través de un centro de Iván Marcone y un cabezazo exigido de Matías Giménez que casi se cuelga en un ángulo. El Millonario respondió con un remate de Miguel Borja desde afuera del área que dio en el poste derecho de Rodrigo Rey. El Colibrí estaba olfateando el gol.
La primera emoción de la noche llegó a los 36 minutos, luego de una buena apertura de Esequiel Barco para Paulo Díaz y un disparo del chileno desde afuera del área que dejó temblando el arco: palo, rebote y el olfato de Miguel Borja para empujar debajo del arco. River era más y merecía el 1-0 a esa altura d el partido. El Colibrí abrió la cuenta y festejó como lo viene haciendo: apuntando al cielo y agradeciendo a Dios.
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