El martes 20 de julio fue presentado oficialmente el rancagüino en el Cádiz y ya dio su primera vuelta olímpica tras imponerse por penales en la Copa Carranza al Atlético de Madrid
Cádiz CF y Atlético de Madrid empataron (1-1) en la cita del Trofeo Carranza correspondiente a la edición de 2020, por lo que el título de campeón se decidió en una tanda de penaltis en la que los de casa no fallaron ante un rival que tuvo en Saúl y Giuliano a los jugadores que no pudieron batir a David Gil.
Cervera y Simeone apostaron por los dibujos esperados en dos conjuntos que estudian al milímetro cada partido oficial, amistoso e incluso entrenamiento. Con un 4-4-2, el Cádiz CF depositaba en José Mari y Alarcón la labor clave de este equipo por delante de una defensa con mezcla de nuevos (Haroyan y Arzamendia) y vieja guardia (Akapo y Fali). De ahí en adelante, los mismos del curso pasado con Negredo como ‘buque insignia’ en el ataque.
Se gustaba el equipo anfitrión en los primeros instantes con un posicionamiento adecuado y una actividad exquisita de Choco Lozano tanto en labores defensivas como ofensivas. Después de un aviso suave de Akapo, lanzando al lateral de la red tras dejada de Negredo, el hondureño ayudó a Arzamendia en una recuperación que él mismo acabó con un centro envenenado al que se opuso Vrsaljko.
El dominio y control se inclinaba por poco hacia el bando colchonero, si bien en el primer cuarto de hora el proyecto de Simeone fallecía en la línea de tres cuartos. Cuando intentaba superarla, apareció Alarcón algo revolucionado golpeando en el tobillo de Giuliano. Una tarjeta amarilla merecida. Esa acción a balón parado permitió a Lemar probar fortuna con poca puntería.
Es rara la pretemporada que no deja noticias desagradables. El Trofeo no fue menos cuando en el 17’ Arzamendia se detuvo tocándose las piernas como buscando un problema muscular que acababa de sentir. No hubo dudas en Cervera; Pacha Espino ingresó al juego sufriendo primero con los cambios de ritmo de Carrasco que acabó en un centro con algún rebote que Borja Garcés remata alto. El lateral cadista exhibió luego su potencial con un zurdazo que obligó a Oblak a caer a la hierba para despejar a córner.
El avance de los minutos hacia la media hora destapaba a un Cádiz CF envalentonado en el que la maquinaria José Mari-Alarcón se aplicaba con disciplina para robar, como hizo el chileno ante un mal pase de Nehuen, y entre Álex y Choco fabricar una contra que Negredo remataba en semifallo en la que fue la mejor ocasión del duelo hasta ese instante.
Que reloj marcara el minuto 36 y se jugara más en la parte del campo de los rojiblancos era señal de que el sistema organizativo de los amarillos resistía ante un enemigo mejor a pesar de sus bajas. Y pudo cumplirse esa lógica en un saque de esquina pasado que Alarcón no recepcionó en primera instancia pero reacciona al chut de Giuliano para meter la pierna.
Con el juego un poco abierto e incluso con detalles de correcalles, otra vez el Cádiz CF en acción, esta vez por la derecha con un centro de Akapo que no daba frutos. Desgraciadamente para los amarillos sí los dio el siguiente ataque del Atlético. Giuliano entrega dosis de fe en la hierba para pelear un balón que Espino no despeja y que le quita Carrasco; detalle de calidad del belga pisando el esférico con la derecha y fusilando a David Gil con la zurda. Un buen gol del mejor de los 22 protagonistas del primer acto.
Tres cambios en cada bando a la vuelta del descanso aunque con un planteamiento e idea de fútbol similar al primer acto. Con un ritmo algo inferior -normal a esta altura de preparación y con el desgaste de los 45 minutos iniciales-, los amarillos se iban imponiendo a los puntos con la calidad de Perea y la profundidad de Akapo. Este último se coló hasta la cocina y su centro pasó a ser centro-chut tras tocar en un rival y tener que salvar casi sobre la línea Camus. Los mejores minutos de ataque del Cádiz CF tomaron forma con criterio, presencia y la calidad que aportó Perea con dos tiros que merecieron mejor premio que morir en manos de Oblak; el segundo de ellos fue una volea abajo que el portero colchonero salvó sacando a pasear su potencial entre palos.
Los banquillos no paraban de moverse con Cervera y Simeone midiendo el desgaste de los suyos en el tramo final de pretemporada. Chapela y Nano Mesa entraron a escena para aportar frescura y otra manera de atacar.
No dio la impresión de que el conjunto gaditano llegara de tres derrotas consecutivas porque sus sensaciones y estado de ánimo iban a más en el segundo acto. Tal era la fase de juego que el Atlético apenas se acercaba al campo cadista, pero la pegada de Carrasco seguía decidiendo en el marcador. Los méritos del equipo de casa apuntaban al premio del empate a poco de que el ‘faro’ Perea fuera capaz de mandar a la red una de las suyas, muy parecidas y habituales durante el segundo tiempo.
Al encuentro le faltaba tensión, la que habitualmente no aparece en pretemporada, aunque en el banquillo local Roberto Perera no lo debió entender de esa manera cuando Munuera Montero lo mandó a vestuarios. El ayudante de Cervera fue expulsado.
Con el interés sobre el verde al margen de protestas del cuerpo técnico, el Cádiz CF sacaba garra y fuerza de donde no hay a esta altura para encerrar a su rival y encontrar el hueco imposible en la portería de Oblak. Y lo consiguió Perea. Recibió, se giró, amagó y soltó un chut raso que pasó por un bosque de piernas que hizo imposible la estirada de Oblak. Un empate muy merecido.
La prolongación decretada por Munuera Montero no cambió el escenario ni el marcador, por lo que la tanda de penaltis que tanto tiene que ver con la historia de este torneo resolvió el título de campeón. La monumental copa se quedó en Cádiz diez años después de la última vez.
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