El Clásico de Avellaneda terminó empatado 1-1 en cancha del Rojo y jugaron los cuatro chilenos: Loyola, Cabral y Galdames (que terminó con un feo corte en la cara) por el local y Gabriel Arias por la Academia
Gastón Martirena abrió la cuenta para Racing en el primer tiempo y el colombiano Álvaro Angulo decretó la igualdad para Independiente en el Libertadores de América Ricardo Enrique Bochini.
Vea, gracias a la gentileza de SportMax, el empate del Rojo, tras una pase extraordinario del chileno Luciano Cabral
Independiente y Racing empataron 1-1 en un clásico que tuvo de todo: llegadas, goles, errores, mucha pierna fuerte y varias agarradas entre los jugadores que el árbitro Nicolás Ramírez no supo manejar. El Rojo y la Academia repartieron un tiempo para cada uno y el empate terminó siendo justo, aunque ninguno de los dos se fue conforme con el resultado.
Arrancó mejor la Academia, jugando directo e imponiendo la potencia de sus delanteros, Salas y Maravilla, quien jugó a pesar de la lesión, más la velocidad de Solari. Pero el que avisó el Rojo, que hizo desparramar a Arias que sacó un remate del ángulo.
Con el partido equilibrado, el que golpeó primero fue Racing. Nardoni ganó una pelota a metros de la medialuna, abrió con Salas que sacó un centro rasante atrás y el que facturó fue Martirena que aprovechó el arco de frente.
No era que la tarde estaba dominada por Racing, pero la diferencia estuvo en la calidad de los ataques de un lado y del otro. Independiente tuvo las suyas, aunque era mucho menos claro y no portaba la misma determinación ni terminación en sus avances. Un zurdazo de Diego Tarzia que Gabriel Arias sacó del ángulo cuando todo estaba igualado hizo entusiasmar a los más de 44 mil hinchas rojos que armaron una fiesta infernal para recibir al equipo, con humo rojo, fuegos de artificio y banderas varias, algunas con dedicatorias a Costas.
Racing jugó con los nervios de Independiente. Lo maniató emocionalmente. El gol lo usó a su favor. Ocupó bien el ancho del campo. No había sector en que no apareciera alguna camiseta celeste y blanca. El Diablo empezó a sentir los murmullos y el “movete, Rojo, movete”, que bajó demasiado temprano de los cuatro costados. Todo ese clima espectacular de la previa, de pronto se volvía en contra por la impaciencia de la gente.
Y si la diferencia en el resultado no fue mayor antes del descanso es porque el culpable se llamó Rodrigo Rey. El arquerazo y capitán que tiene Independiente le sacó dos pelotas de gol a Santiago Sosa. Dos salvadas que dejaron a algún que otro hincha al borde del desmayo. La pasaba mal el Rojo, que por obligación trataba de ir con mucho desorden y pocas ideas. Con Millán diluido, todo quedaba supeditado a algún desequilibrio de Santiago Montiel. De hecho tuvo un tiro que pasó cerquita del palo.
Hasta los defensores centrales rojos, Kevin Lomónaco y Valdéz, siempre seguros, se mostraron dubitativos. Les costó controlar a los delanteros rivales, que no se quedaban quietos nunca. Algo debía hacer Vaccari, que masticaba pasto en cuclillas, preocupado. Para la reanudación mancó a Luciano Cabral por Millán y a Santiago Hidalgo por Tarzia (amonestado y fastidioso). Así, Montiel se cruzó de banda para jugar por el sector zurdo.
Cabral no tardó mucho en demostrar que tiene que ser titular. Una volea suya de zurda se fue al aldo del palo derecho de Arias y el “¡Uhhhhhh!” retumbó como un trueno de esos que asustan en plena medianoche. El ’10’ recuperó el semblante del Diablo, que pasó a dominar el medio. Armó una linda conexión con Angulo por la izquierda. En uno de esos diálogos, Cabral tocó para el espacio para el colombiano que mandó el centro atrás y Montiel la mandó a la Luna que iba apareciendo tímida n el cielo todavía celeste de Avellaneda. Otra, Angulo habilitó a Montiel y las manos de Arias salvaron el empate.
Independiente lo puso contra un arco. Racing quedó recluido y con la única opción de sacarla a los ponchazos para ver si alguno de los de arriba lo liquidaba de contra. Pero Maravilla qudó demasiado aislado. Y Cabral (¿por qué será suplente?) dio el toque de distinción para la Pantera Angulo, que anticipó de cabeza la salida de Arias y rugió en la red.
El final fue una maraña de peleas, agarrones, guapeadas y poco fútbol, producto de un árbitro demasiado permisivo. La igualdad terminó siendo justa.
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