Los hinchas arman una fiesta en el final. Al ritmo del “y dale, dale Boca”, mueven los brazos y terminan entre aplausos. El triunfo llega en la tercera fecha y fluye la felicidad en las tribunas. Dentro de los márgenes del campo de juego, todavía hay tarea para el hogar de Fernando Gago. Y muchas preguntas. ¿Cuál es el equipo? ¿Lo habrá encontrado en el caluroso anochecer del domingo? ¿Y qué esquema le sienta mejor? ¿La línea de tres que utilizó ante Unión en Santa Fe o el 4-2-3-1 que plantó contra Huracán? Las respuestas llegarán más adelante. Con la victoria, está claro, es más fácil analizar y corregir.
Eso sí, entre tantos cambios que el técnico hace de un encuentro a otro, hay dos futbolistas que no pueden faltar. Uno es Carlos Palacios. Luce la “8” en la espalda, pero le quedaría pintada la “10”, esa camiseta reservada para los distintos que hoy ostenta Edinson Cavani. Cuando se enchufa, el chileno despliega un talento que invita a la admiración. El segundo gol fue propio de una genialidad. El otro es Agustín Marchesín, que mostró seguridad en todo momento con tres tapadas clave.
Huracán tiene menos que el año pasado, cuando llegó a la última instancia de la Liga Profesional con posibilidades de ganar el título y sucumbió frente a Vélez en Liniers. Se desarmó el mediocampo. La prueba más contundente estaba enfrente: Williams Alarcón, vestido de azul y oro. Ni hablar con las salidas de Federico Fattori (Argentinos) y Rodrigo Echeverría (su pase fue comprado el Grupo Pachuca y podría jugar en el León). Más allá de la llegada de Leonardo Gil, muy apto para conducir desde el centro, quedó huérfano en una zona neurálgica.
Lo mejor de Boca se vio en el segundo tiempo, cuando encontró algo más de profundidad por afuera con las proyecciones de Luis Advíncula, algo estático en la etapa inicial. Entonces, jugó de a ratos el conjunto de Gago. Dominó con espasmos y generó algo de entusiamo. Especialmente, cuando se encendió Palacios o despegó Alan Velasco, volcado a la izquierda, un sector que no le queda tan cómodo.
Cuando ambos se juntaron, Boca inquietó a Hernán Galíndez. Y el gol llegó gracias a una pelota parada que tuvo como iniciador a Velasco. El ex delantero de Independiente buscó aguijonear la defensa por el centro y se encontró con una falta de Fabio Pereyra. Palacios y Alarcón se pasaron la pelota, hasta que llegó Cavani y los chilenos se apartaron. Donde manda capitán… Y el uruguayo, portador del brazalete, remató a la red. Hubo una barrera abierta y una carambola que lo ayudó porque descolocó a Galíndez. Fue una revancha para el Matador, que no había podido con el número uno de Huracán en el arranque, tras un gran contragolpe.
Boca, a esa altura, había empezado a mostrar una mayor agresividad después de un arranque en el que Huracán llegó decidido a jugar en el campo rival. Seguro que Frank Kudelka tomó nota del partido que aquí mismo disputó Argentinos Juniors. Por eso su equipo salió con la fórmula de siempre y mucha vehemencia.
Con la ventaja en el resultado, Boca se soltó y Huracán intentó recuperar esa fisonomía del comienzo, más robusto desde la actitud y el juego. Y halló el empate también a raíz de un balón detenido.
Ejecutó Gil, el más pensante, peinó Eric Ramírez y en el corazón del área arremetió Marco Pellegrino con un frentazo inatajable para Marchesín. Hubo algo de suspenso porque Mauro Vigliano se comunicó desde el VAR para advertir una posible posición adelantada de Pereyra. En ningún momento, el zaguero obstruyó la visión del arquero. Y Silvio Trucco, a pesar de la mirada de su compañero en la cabina de Ezeiza, ratificó su decisión.
El empate apagó a la gente y, por contagio, al equipo. Hubo otras dos pelotas paradas, un tiro libre de Velasco que Advíncula falló abajo del arco, y otro remate de Gil que pegó en la barrera y encontró una magnífica respuesta de Marchesín en el rebote. El guardián xeneize también tapó con dificultad un disparo de media distancia de Matko Miljevic en el desenlace de la etapa inicial. Y en el segundo tiempo, puso la mano firme para ahogar lo que hubiera sido un golazo de César Ibáñez tras una asistencia de Walter Mazzantti.
Gago metió mano en el banco. Entró Miguel Merentiel y salió Exequiel Zeballos. Los centros desde los costados se imponían ante un rival con pocas piernas y cada vez más retrasado. Pero el gol se produjo por una gran repentización de Palacios que amagó tras el pase adentro de Saracchi y fue a buscar la devolución de Merentiel. En el mano a mano, definió impecablemente.
El show de los cambios no influyó demasiado. Kudelka no tiene grandes recursos humanos. No hubo resulvivos y atrás siempre mostró firmeza Ayrton Costa. Boca terminó con la pelota en su poder y una victoria que lo impulsa. Justo cuando se viene Racing, un adversario que puede ser una buena medida para sus aspiraciones.
/Escrito por Daniel Avellaneda para Clarín de Buenos Aires
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