¿Un esquema pensado para no perder? ¿O la idea era aguantar, arriesgar en el segundo tiempo y la idea no funcionó? Almirón ya hizo esto otras veces: “esto” es poner un equipo inédito, aunque habrá tenido, seguramente, más de algún ensayo en la soledad del Centro de Entrenamiento de Ezeiza. También hizo “lo otro”: cambiar frenéticamente, casi como una compulsión, y la idea original mutó una vez y otra vez hasta quedar desdibujada, lo que vuelve pertinente la duda original: ¿A qué jugó Boca?
La formación inicial fue una alquimia rara, difícil de acomodar en el pizarrón imaginario, pero tuvo su lógica. Para defender, la línea de cuatro clásica, con Varela parado delante de ella, otra línea de cuatro medios delante (Advíncula, Campuzano, Pol y Medina) para un Merentiel solitario para apretar la salida. Pero sin la pelota, el dibujo tenía un sentido: Varela libre como tercer central, los dos laterales (Weigand y Fabra) prestos para atacar, Medina suelto, Advíncula de delantero neto.
El problema fue la falta de continuidad en ese ataque potencial. En pocas palabras, como defensivamente no estaba sufriendo, la lógica fue llevando al equipo a no enloquecerse, a esperar el momento justo para atacar, pero ese momento se fue espaciando, realentizando. Medina lucía demasiado limitado por la raya izquierda, se quedó demasiado estático sobre el costado y sin poder producir.
Cerca pero…
Aún sin salir del todo del modo cauteloso, Boca tuvo dos chances claras: cabezazo de Valentini casi en el área chica, y un frentazo de Merentiel (no fue el primero ni el último), tras gran centro de Advíncula, que rozó en Figal y se fue afuera de milagro. Nacional llegó por errores individuales: un mal despeje de Figal en un centro frontal que casi capitaliza Ramírez, y otra corrida del delantero de Nacional que el mismo Figal pudo remendar después.
Al final del día, a ese esquema original le faltaba un delantero y le sobraba un mediocampista. Eso entendió Almirón, que mandó a la cancha al Changuito por Campuzano, aunque eso haya significado resignar seguridad defensiva. Y aquí, el que sacó más provecho fue Nacional, que tuvo más espacios para sus ataques verticales y sin preaviso. Boca cayó en el desorden que propuso el local, con Fagúndez y Zabala comandando la infantería de la presión y forzando a Boca a un partido de ida y vuelta, impreciso por adopción (el campo contribuyó mucho en eso), sin mediocampo ni tenencia, todo lo contrario a lo que sugería el Plan A.
El Bolso puso en asedio al área de Chiquito, aunque no generó situaciones en la misma proporción, en parte por la firmeza de Valentini, el sostén de la defensa. Con Nacional asumiendo riesgos, Boca tenía todos los espacios a disposición. Y quizá por eso Almirón mandó a la cancha a Janson y a Barco, Ya no había nueve natural, justo ahora que sobraban los extremos: a veces tanto cambio confunden (adentro y afuera…). Para terminar con línea de tres y defendiendo con Zeballos de doble tres…
El empate termina siendo valioso por las ausencias que pesaron (Cavani, Pipa), porque en la Boca será distinto… Siempre y cuando Almirón sepa a qué tiene que jugar su equipo.
/escrito por Gonzalo Zuli para Olé de Buenos Aires
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