El joven delantero argentino que ya está transferido a Manchester City tuvo una noche extraordinaria y estableció un récord en la Copa Libertadores. Con esta goleada River Plate va al bombo del sorteo de octavos como el segundo mejor clasificado, detrás de Palmeiras
Las poco más de 70.000 personas que llenaron anoche el Monumental a pesar del frío que obligaba a dejar las manos adentro de los bolsillos para que no se convirtieran en las de Leo Di Caprio en Titanic ni siquiera quieren imaginarse que a Julián Álvarez le quedan, como máximo -y dependiendo del calendario de la LPF-, cuatro partidos en el Monumental.
Ni siquiera quieren imaginarse que dejarán de gritar goles del gran goleador de este equipo que le sacó más de un aplauso a Susana Giménez (presente en un palco). El 9 fue tan figura como la diva de los teléfonos, aunque atrás suyo tuvo a un 11 a la altura de las exigencias de Gallardo.
Un equipo que volvió a jugar en nivel fútbol total luego de la excelente goleada a Colo Colo: parece que, luego de algunas turbulencias en el semestre, finalmente agarró altura y ya vuela a velocidad crucero. El Muñeco acertó en devolverle la titularidad a Santiago Simón y, sobre todo, en ponerlo como interno por derecha, dejándole la banda a De la Cruz para formar un triángulo letal junto a un Mammana top.
Fue por ese sector donde River lastimó y perforó la defensa de un extremadamente frágil Alianza Lima, que opuso muy poca resistencia. De hecho, apenas 15’ tardó el joven volante de las Inferiores en darle la razón, con una habilitación exquisita a Julián para el primero de sus ¡seis! goles.
El dominio fue total, como el frío a metros del Río de La Plata. Pero este equipo, que cuando entra en sintonía contagia su fútbol como estas nuevas variantes el Covid, mantuvo las gargantas de los hinchas bien calientes. Vaya uno a saber si también la de Pep Guardiola, aunque no hay dudas de que el futuro DT de Álvarez se debe haber frotado las manos varias veces por el sobresaliente nivel de su nuevo delantero.
Uno que no tiene problemas en mancharse el short y la camiseta para barrer y robar la pelota (así nació el primer tanto), que no falla cuando tiene el arco entre ceja y ceja y que sigue corriendo y presionando a rivales aún con el juego 4-0 (sino pregúntenle al pobre arquero peruano, que cuando dominó ya tenía a Julián encima para marcarle el quinto).
El equipo lo imitó: nunca soltó el pie del acelerador y transformó lo parejo que había sido la ida en Lima en una paliza más grande que el Monumental. La actitud quedó casi demostrada en Enzo Fernández: se “enojó” tras errar un par de mano a mano, a pesar del 8-0. Fiel a su estilo, River no se conformó con tener que ganar por dos goles para quedar como el segundo mejor primero para superar a Flamengo y quedar por detrás de Palmeiras: fue arrollador y cerró esta parte del año de la mejor manera posible.
Una goleada que queda ahí nomás del tope de las máximas en el ciclo (Wilstermann y Binacional), de la mano de un goleador que también cerró esta noche en el Liberti cerquita de Borré y ofreciendo goles de todos los estilos, para todos los gustos. A un día de sorteo de octavos, ¿quién querrá cruzarse contra este River? Seguramente, más de un club ya empezó a invocar santos, brujos y cualquier cosa que se le parezca.
/Escrito por Gastón Pestarino para Olé de Buenos Aires
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