Fue 2-1 ante el Dortmund y la llave quedó abierta para la revancha en Alemania
En la última jugada del partido, cuando la noche declinaba, Brandt estrelló su cabezazo en el travesaño. El del silbato lo utilizó inmediatamente para decir que hasta ahí y el personal se dividió entre los de la botella medio llena, ventaja para el Atlético de cara a la vuelta, y los de la botella medio vacía, a ver quién es el guapo que aguanta el tirón en Dortmund la próxima semana. Pudo ser peor con que entrara la relatada en momento tan inoportuno, pero también pudo ser mejor después de que la distancia local llegara a ser doble. Cada uno que se quede con la que prefiera, porque hasta el martes no se sabrá cuál es la buena. Ya mismo, como quien dice.
Salió hecho una furia el equipo que tantas veces sale a verlas venir. El Atlético exhibía en diez minutos un gol firmado por De Paul y dos ocasiones clarísimas de Morata y Witsel, negadas respectivamente por el guardameta sacando manoplas y la defensa al cruce. Había llamado la atención inmediatamente la posición de Maatsen, teórico lateral izquierdo que jugaba por dentro a pesar de que Emre Can también se incrustaba entre los centrales, pronto se arrepentiría Terzic de tal decisión. Porque del neerlandés fue la pérdida absurda en la salida a la que no hubo más remedio que hacer los honores: recuperación… y a la jaula.
El técnico visitante modificó su plan, efectivamente. Para empezar devolvió a su hábitat natural al de la banda, moviendo de paso unos metros por delante a Sancho y Adeyemi, que hasta entonces parecían desenvolverse contra natura. Sobre el cuarto de hora por fin se hizo con la pelota el Borussia, que aún tardaría un rato en forzar un córner que trajo consigo un cabezazo desviado de Nmecha. Justo ahí, cuando el litigio se equilibraba, concedió otra vez la escuadra teutona por su defensa, de modo que un saque de banda de Nahuel rechazado de aquel modo pasó por Morata y Griezmann antes de que Lino lo depositara sutil para el segundo.
La ventaja se antojaba jugosa, porque además el Atlético dibujaba un partido notable. Firme atrás empezando por Oblak, creativo en mediocampo, Koke y De Paul eran los Koke y De Paul que merecía la noche, y con Grizi y Álvaro al servicio de la causa. No hubo mucho más en ese primer tramo del choque que desembocó en el refrigerio, entre otras cuestiones porque el Dortmund ya no cometió nuevas tropelías en la zona en la que se castigan especialmente. Bastante llevaba con lo que llevaba, por mucho que a la eliminatoria le restaran aún tres cuartos. Si por Simeone fuera, ahí se hubiera acabado.
Reapareció Terzic tras el descanso, incluyendo primero en el eje a Brandt por Nmecha, y poco después a Haller por Füllkrug. Su equipo iba ganando metros, las cosas como son, pero de momento lo hacía para estrellarse ante Oblak con disparos inocentes. La mala noticia, una cosa trae la otra, es que el Atlético se iba acomodando en el balcón de su área. Precisamente para estirarse, se supone, El Cholo buscó oxígeno con Barrios por Morata, lo que se tradujo en que Llorente ganara metros para jugar en punta. Con Memphis en el dique seco, Correa contemplaba los acontecimientos desde la banda.
El Cholo esta vez se mostraba algo apocado en lo que a las sustituciones respecta, con el par que había hecho ya parecía irle bien. La ventaja era mínima pero bien pudo ni siquiera ser ventaja, porque, cada vez más atrás el Atlético, un zapatazo peinado por Azpilicueta se dirigió afortunadamente al larguero. Primera visita. De hecho el triple cambio del final apuntaba más a un virgencita de la Champions, que me quede como estoy… justo antes de quedarse como estaba a pesar de la segunda visita. La de Brandt. Porque habrá que remar en Dortmund, sí, pero al menos se hará con esa victoria certificada en el arranque fulgurante de un partido que, en clave rojiblanca, terminó haciéndose largo. Como el tiempo que falta hasta la vuelta, por otra parte.
/escrito por Albero R. Barbero para Marca
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