El inglés marca en su estreno con el dorsal de Zidane y brilla en un Madrid que gobierna desde el centro del campo. El Athletic sólo inquieta con Sancet. Militao se va lesionado.
El Real Madrid arrancó LaLiga a todo trapo, imponiéndose en uno de los estadios más complejos del campeonato con poderío y con fútbol. En ambos aspectos destacó Jude Bellingham, empeñado en demostrar desde el primer minuto de la temporada su jerarquía de estrella mundial. Marcó un gol, afortunado, pero sobre todo fue la referencia del juego blanco, imposible de sujetar por un Athletic más débil de lo acostumbrado. Apenas opuso resistencia al final del partido. No hubo casi pelea, y eso no es buen síntoma para los leones.
La función del estreno suele anunciar cómo será la temporada. Ancelotti buscó desde San Mamés aprovechar las calidades de su plantilla y disimular las debilidades. Sin Benzema ni Courtois, el italiano entiende que necesita cemento el centro del campo. El rombo es la respuesta a lo que tiene y a lo que ha perdido, con Bellingham como centro de gravedad. El inglés empezó a dejar detalles desde los primeros minutos, en ambos campos, con esa zancada larga y ese control elegante, con capacidad para detener el tiempo.
San Mamés recibió de uñas a Vinicius y Carvajal, capitán blanco. Castigo a la entrada brutal del ‘2’ a Yuri del pasado curso. También disfrutó con el estreno de Unai Gómez, un enganche de buen pie izquierdo. Entró poco en juego pero bien, con la mejor ocasión del Athletic en el primer acto. Robó a Fran García, se fue en vertical y remató centrado. Sacó Lunin, y Militao, que llegó como un búfalo, derribó al rojiblanco. En Las Palmas el árbitro habría pitado penalti. O en Donosti. Gil Manzano no. Con buen criterio.
La única ocasión del Athletic fue una excepción en el relato blanco. El Madrid dominó desde su superioridad física y táctica, su presión asfixiante, impidiendo a los leones ligar jugadas de más de tres pases. Camavinga y Valverde revientan el cuentakilómetros, factor que también libera a los laterales. Atacó mucho Fran García, notable en su estreno, y Carvajal fue decisivo para abrir el duelo. Rebañó una pelota en área rival, Rodrygo puso cuerpo a la carga de Lekue y remató duro, seco, sorprendiendo bajo las piernas a Unai Simón.
Se advirtió desde el inicio que Jude Bellingham puede tener un impacto extraordinario en el equipo blanco. Es un centrocampista magnífico, amplio, distinto de Modric y Kroos, ambos suplentes. Con balón es un escándalo. Intentó un gol de espuela, recortó en el área con categoría, y resolvió un córner al segundo palo con una volea repleta de fortuna e intención. Celebró su primer gol oficial de blanco brazos en cruz, mirando a la grada, lo que no gustó a la hinchada rojiblanca. Por innecesario, dada la superioridad blanca.
Valverde (Ernesto) cambió su ataque en el descanso. Sancet, Berenguer y Guruzeta metieron más energía y verticalidad al Athletic, aunque le costaba pisar área. En un acercamiento salió MIlitao al cruce y la rodilla izquierda le hizo un extraño. Todos comprendieron la gravedad del lance. San Mamés dedicó una cariñosa ovación al brasileño al retirarse. Detalle de grandeza.
Tras serenarse el calentón local volvió a gobernar el centro del campo blanco. No es sólo el dorsal de Bellingham lo que recuerda a Zidane, es esa arrancada imponente del minuto 59 que no acabó en gol por culpa de Vivian, estupendo en la cobertura. De haber tenido un día más inspirado Vinicus, activo pero fallón, el triunfo habría sido más amplio.
Tuvo su momento el Athletic cerca del tramo final, cuando Sancet apareció en área rival. Alaba sacó bajo palos un remate venenoso del mediapunta, con el joven Imanol entrando por banda. Intervino Ancelotti para cambiar de plan y bajar las revoluciones al juego. O sea, Modric y Kroos. Ambos bajaron el telón con la pelota en los pies, lo que demuestra que el Madrid tiene varios registros. Al paso o al galope. Un arranque prometedor.
/Marca
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