En un amistoso intrascendente, uno de los favoritos en el Grupo mundialista de Chile no tuvo problemas para imponerse a los bolivianos. Torres abrió el marcador tras un penal dudoso e Iniesta cerró el marcador.
SEVILLA.- Cuando uno ‘sólo’ se juega el nombre, lo que no es poca cosa cuando se trata del campeón del mundo, mejor ganar, aunque sea en un amistoso intrascendente y frente a un rival modesto y timorato. Ganar y dar espectáculo, a ser posible, como hizo La Roja este viernes en el Ramón Sánchez Pizjuán. Sobre todo en una segunda parte en la que entraron en juego Iniesta y Silva, que es lo más parecido a sacar la paloma del sombrero cuando hablamos de fútbol.
No se pueden sacar excesivas conclusiones de este amistoso, porque todo indica que el bueno de don Vicente tenía ya muy clara su lista de 23 antes de que la pelota echara a rodar en Nervión. Así las cosas, se trataba de calentar motores y dar la alternativa a gente como Iturraspe y Deulofeu, confiando, de paso, en que no surgiera ningún contratiempo en forma de lesión. Visto el partido, objetivo cumplido.
Puso de su parte Bolivia, que se mostró demasiado timorata y abrumada por el nombre de la campeona mundial y europea, pero lo cierto es que la selección andina aguantó de pie buena parte del encuentro y sólo un más que riguroso penalti decantó el encuentro del lado español, al menos en lo que al marcador se refiere.
España fue de menos a más, algo previsible viendo el once inicial por el que apostó el salmantino. Una buena ocasión de Xavi, tras una internada de Pedro, hacía presagiar un aluvión local desde los primeros compases pero lo cierto es que el dominio aplastante de la posesión no se tradujo en oportunidades muy claras, más allá de un disparo de Azpilicueta que repelió el palo izquierdo a la media hora de partido.
La segunda parte, ya con Iniesta, Silva y Cesc sobre el verde, fue otra historia, aunque la jugada que decantó la contienda fue un discutido penalti, pues el empujón de Gutiérrez sobre Javi Martínez había sido muy leve. Fernando Torres, que no entiende de justicia poética, agradeció el regalo y abrió el marcador.
El ‘9’ del Chelsea pudo anotar de nuevo apenas un par de minutos después, pero ejecutó mal el arte de la vaselina tras un soberbio pase de Iniesta. Fue el preludio de lo que ocurriría en el resto de la contienda, porque España apretó en la presión y Bolivia se resignó a la derrota.
Al final tuvo que ser Iniesta, en un Juan Palomo en toda regla, el que asegurase el triunfo con un ajustado remate desde la frontal que Quiñones, meta boliviano, se limitó a mirar como si con él no fuera la cosa, aunque la pelota acabó en la redes tras golpear en el palo izquierdo de su portería.
Un disparo de Busquets al palo, de nuevo a pase del omnipresente Iniesta, supuso el fin de fiesta en un encuentro tranquilo y que se ajustó al guión previsto. Buen ensayo de cara a la gran batalla, esa que España debe ganar si quiere entrar por la puerta grande en la historia más selecta del fútbol mundial.
/Comentario de Tomás Campos para el diario Marca de España/
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