Dos goles y una asistencia del francés deciden ante un Celta peleón hasta el final
El Real Madrid salió de Balaídos con un triunfo trabajado. Brilló en el arranque y sufrió desde el minuto 30 hasta el final. Abrió brecha y cerró el duelo Benzema, en evidente estado de gracia. Eso sí, entre medias los de Zidane atravesaron dificultades desde que el Celta conectó con Iago Aspas, aunque las meigas niegan al 10 el gol. Lanzó un golpe franco perfecto para el empate, pero Casemiro peinó lo justo para desviar contra el poste. Allí murieron las esperanzas celestes.
El duelo comenzó con una versión sobresaliente del Madrid. Como si el pase a cuartos de la Champions hubiese eliminado lastre de las botas, ofreció una primera media hora de altísimo nivel en Balaídos. Intenso en la presión, fuerte en la disputa y preciso en el pase, sólo faltó algo de peso en el área para traducir su dominio en una renta aún más amplia. Convirtió dos tantos, ambos de Benzema, especialista en Balaídos. En ambos asistió Toni Kroos, uno con un pase tremendo con la zurda y otro con un robo contra natura sobre Tapia. En ambos el delantero francés se comportó como el goleador que es, según demuestran las estadísticas, colocando la pelota en los rincones, allí donde no llega ni Iván Villar ni ningún otro portero. 0-2, en un campo tradicionalmente complicado, a la media hora.
Puede que sea casualidad. O no. Pero el equipo blanco volvió a basar su superioridad en el centro del campo. La costumbre hace que parezca común la calidad en cada toque, en cada pase, de Modric y Kroos. De hecho, fue noticia el fallo del alemán, en el minuto 37, de un pase sencillo a su izquierda. El caso es que contaron con el auxilio de Casemiro a la espalda y de Valverde en banda derecha. El uruguayo no entró demasiado en juego, pero sin balón sumó trabajo y piernas. Es evidente que pierde en un costado, pero a Zidane le conviene ubicarle allí.
El Celta poco pudo hacer en el arranque, pero tiene una virtud evidente con Coudet: no se desenchufa. Además, posee a un futbolista indomable que lee los partidos como nadie: Iago Aspas. El de Moaña le ha cogido el gusto a retrasar su posición para sorprender o crear, y dio el primer aviso entrando por derecha para servir atrás a Mina, que buscó el taconazo. No vio la llegada de Nolito, solo. Santi detectó la insospechada flojera del Madrid en el balón parado. Botó una falta Denis y el ariete cabeceó de espaldas, cerca de la escuadra. De nuevo sin marca. A la tercera ya no perdonó. Volvió a botar una falta Denis desde línea de medios, nadie persiguió a sus pares y Mina, con los pies bien plantados en el suelo, cabeceó cruzado junto al palo.
El 1-2 metió al Celta en la pelea. El segundo tiempo nació con presión gallega, muy arriba, bien ejecutada. Al Madrid le costó encontrar salidas, aunque la más segura seguía siendo la que abría Toni Kroos. Sacó tres contras venenosas, casi todas conducidas por la velocidad supersónica de Vinícius. El día en que elija bien en la última opción caerán goleadas.
Presión céltica
Al Celta le costó más generar peligro, pero llegó mejor que en el arranque del partido. Iago intervino en dos opciones en la frontal, la segunda con un remate seco desde la frontal que exigió la parada de Courtois de cada tarde. Esta vez no muy espectacular, pero sí efectiva. Con 20 minutos por delante, los técnicos intervinieron. Entró Solari por Nolito, desplazando a Brais de banda, y en el Madrid ingresó Asensio por Kroos, penalizado con una amarilla, trasladando a Valverde al medio. El Celta buscaba servicios desde banda y el Madrid, blindarse en el centro. Sentaron mejor a los visitantes, con Asensio reclamando la bola y conduciéndola con acierto.
En el tramo final reclamó su protagonismo Melero López, el mismo que señaló el penalti inexistente a favor del Huesca en el Camp Nou. Modric sirvió un pase lateral y en el arrastre cayó Renato Tapia. El colegiado castigó al croata con falta y tarjeta. Un espanto. Total, golpe franco perfecto para Iago, a pesar de su sequía en 2021. Al palo. Gracias al desvío milagroso de Casemiro con la cabeza. Pero conste que en el agobio final también tuvo su culpa el Madrid, que no fue capaz de defenderse con la pelota desde la marcha de Kroos. Zidane no realizó más cambios, con la que estaba cayendo, y sufrió hasta la prolongación. Allí apareció de nuevo Benzema como exterior zurdo para poner la pelota en el sitio perfecto para que Asensio certificara la victoria. Karim permite al Madrid no poner límites a sus sueños. Al parón con buena dinámica.
/Marca
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