El 1-3 le significa al equipo del Ingeniero de Pellegrini caer hasta la quinta posición tras mantenerse once jornadas en puestos Champions
El Atlético dio un zarpazo de Champions en Sevilla. Se reafirmó en su viejo modelo, defensa, agresividad y contragolpe, y mandó al suelo al Betis, un rival directo en la lucha por entrar a la Copa de Europa, y su gusto por el juego y la pelota. Dos goles de Joao Félix, que sigue de dulce y despierto, y uno de Lemar subieron a los de Simeone a la cuarta plaza y bajaron a los de Pellegrini a la quinta. El campeón se reconcilia consigo mismo.
Un ejercicio de fútbol simplificado le puso al Atlético el resultado de cara. Un saque en largo de Oblak, la prolongación de cabeza de Vrsaljko, la carrera de Correa aprovechándose de un error de cálculo de Víctor Ruiz y el remate a placer de Joao Félix, cuyo mérito estuvo en frenarse a tiempo en el corazón del área. Un gol muy inglés, o muy del gusto también de Simeone, el fútbol directo sin trámites de más. Un ejemplo inmediato de contundencia que le permitió al Atlético jugar a lo que tanto le gustaba, a recogerse atrás y reducir el fútbol, trabarlo. A minimizar las ideas del Betis, un equipo fanático de proponer, cuidar el balón y buscar el arco contrario al que le costó encontrarse.
El gol atlético derivó en un pasaje escaso de fútbol y muy accidentado. Hasta tres futbolistas tuvieron que abandonar sucesivamente el campo rumbo a la enfermería (Guardado, Vrsaljko y Correa) y obligaron a sus entrenadores a remover el banquillo, reajustar sus dibujos y modificar sus instrucciones. Luego, tuvo el Atlético dos ocasiones muy claras para abrochar el triunfo (una mano de Sabaly de la que el árbitro se desentendió y un contragolpe que Carrasco, solo ante Bravo, confundió con un pase bienintencionado pero a ninguna parte hacia Joao) y un cuarto de hora en el que el Betis rugió con su ofensiva y estética de costumbre.
Fue visitando con insistencia el cuadro local la puerta de Oblak, marrando una tras otra ocasiones incomprensibles dentro del área (Tello, Borja, Sabaly,Bartra…), arrinconando al Atlético, hasta que en el 50 (hasta ese minuto se fue la primera mitad por las interrupciones) una mala salida de Herrera en el balcón del área permitió un robo de Sabaly y un trallazo instantáneo de Tello (que tiene al Atlético entre las víctimas favoritas de sus remates) que llevó el partido al descanso con empate.
Así que el partido comenzó otra vez desde el principio en la segunda mitad. El Atlético mejoró teóricamente de ataque su alineación, aunque en realidad, la intensificó de defensa y precauciones. Pero sin renunciar a la velocidad y el veneno en las contras, La pelota la gobernó el Betis, que se encomendó del todo a la magia de Fekir, posiblemente el futbolista con más talento del campeonato, el jugador del año. Cosido a su dirección, indescifrable para el contrario, los de Pellegrini acumularon oportunidades que, esta vez sí, se encontraron con el mejor Oblak, con una versión suya que no había aparecido aún.
Y espoleado por esas paradas, aunque el dominio siguió más bien en los pies del Betis, que no el control, el Atlético fue el que más se acercó al gol. Sus matemáticas de toda la vida. Primero, con sendos cabezazos de Felipe (al palo) y Giménez (a las manos de Bravo) a la salida de un córner. Y finalmente con una galopada de Marcos Llorente, bien vista por De Paul, que Joao Félix acompañando como un nueve, empujó de nuevo a la red. El portugués responde, pese a su soledad arriba, desde que el técnico le regala minutos y confianza.
Con el Betis expuesto en busca del empate, tuvo dos más el portugués, un golazo con un globo lejano que Cuadra anuló por falta de Griezmann (se pegó este una paliza en defensa toda la tarde) y un zurdazo que detuvo Bravo, también otra muy clara el francés, pero fue su paisano Lemar el que cerró el marcador y la elevación del Atlético .
/ABC de Sevilla
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