Primero no acierta, después no juega… y complica su clasificación
Ni favorito, ni candidato. Y lo de los octavos de final está por verse aún, porque el Atlético se ha metido en un enredo considerable. Lo peor de la jornada no es el resultado, porque la salud es lo primero y a Diego Costa le falla lo suya, ojalá todo salga bien, pero el acceso rojiblanco a la siguiente ronda pende ahora de un hilo. Se mantiene cierta ventaja, correcto, pero en menos de una semana andará por aquí el Bayern. Clasificado ya, sí, como primero de grupo, también… pero el Bayern. Y la tropa muniquesa, por lo visto, topará con un rival desfondado, para el que cada minuto sobre el césped viene a ser una losa. Arrancando como un tiro, frente al Lokomotiv terminó pidiendo el desfibrilador. Mal asunto.
Joao Félix pifió una que tuvo a las primeras de cambio y cundió inmediatamente la sospecha después confirmada de que si no tienes delantero tampoco tienes gol. El Atlético apareció vertiginoso, con prisa por resolver no fuera a caer el diluvio, pero sin Suárez y sin Costa topó con su propia inoperancia en la resolución una y otra vez. Antes del cuarto de hora también las habían tenido Carrasco, Correa o Llorente, con el mismo acierto en todo caso que el portugués: la pelota golpeaba en un defensa o en el portero, azar en el primer caso, acierto en el segundo, el caso es que nunca terminaba de colmar los deseos locales.
Se puso a llover, efectivamente. Como si no hubiera mañana, por concretar. Y, casualidad o causalidad, que diría Simeone, el equipo rojiblanco se fue diluyendo. El Lokomotiv había asumido cómodo lo de meterse atrás y no asomarse a campo contrario siquiera fuera para saludar, lo que en todo caso seguía sin evitar las ocasiones del Atlético, añadan a las cuatro citadas otras dos para Carrasco y Llorente sobre la media hora, pero según fueron pasando los minutos comprobó que no era tan fiero el león como se lo había pintado a sí mismo. Así que Ignatiev merodeó incluso un par de veces el área de Oblak, osado él, aunque fuera más inquietud que peligro lo que llegó a generar por entonces.
iones. Se comentaba antes por aquí lo de los puntas, pero es que El Cholo tampoco podía contar con sus mediocentros posicionales. Son tres, pero ninguno. La temporada pinta peliaguada en lo que a las bajas respecta. Por el otro carril, Lodi resulta inocuo. Su partido acabaría antes de tiempo, tocado también, pero hasta ese momento resultó sencillamente desesperante.
Así que lo de resolver cuanto antes se convirtió en resolver como fuera. La primera intención ponía el foco en lo que está por venir, Mestalla ya mismo, el citado Bayern después, pero la terca realidad insistió en significarse para ni siquiera hacer buena la segunda. No resuelve quien quiere, sino quien puede. Sólo cada futbolista sabe si todo aquello pasando por su mente generaba cierta ansiedad, el caso es que el Atlético fue de mal en peor. Lo primero que pasó tras el descanso fue que Murilo cabeceó una falta con mala intención aunque algo desviada, adelantando lo que vendría después: un horror.
El Lokomotiv había solucionado sus desajustes anteriores y ni se despeinaba defendiendo ya, porque el rival no daba más de sí y porque además se está quedando sin fondo de armario. Con tanta ausencia, el banquillo era un poema. Luego está lo de que la colección de saques de esquina sirva apenas para eso, para alimentar una estadística más. Para uno que enganchó Giménez lo hizo casi al final y se le fue por un pelo, así que por ahorrarse el disgusto casi mejor ni lo hubiera enganchado. Ni siquiera la tecnología iba a estar por la labor, mostrando posición ilegal de Koke en una que por fin había terminado dentro. Nada. Absolutamente nada.
Simeone envidó con Lemar y Hermoso, primero, y se jugó un órdago con el canterano Camello, después, que no parecía otra cosa con Vitolo contemplando los acontecimientos sin que se le ofreciera participar en ellos, pero tanto dio. De hecho aportaron bastante más de refresco Rybchinskii y Magkeev en el otro lado, una ocasión o algo parecido tuvo cada uno de ellos. La noche se había torcido definitivamente y ya no había ser humano que la enderezara en clave rojiblanca. Por si vale el dato, el Atlético sólo ha firmado un gol en dos partidos con el Loko… por los 12 que festejó en los cuatro anteriores, cercanos todos ellos en el tiempo. A todo esto el partido murió con un error de Oblak que aún pudo costar la derrota. Sólo hubiera faltado…
/Marca
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