Los bávaros vencen a los ‘red devils’ (4-3), que se encontraron con un error grosero de Onana tras un prometedor inicio de encuentro
El Bayern vence al Manchester United en la primera jornada de la Champions League tras un inicio dubitativo en la Bundesliga. Los alemanes tuvieron que ganar dos veces el partido porque en las filas de los red devils, Casemiro nunca dejó de creer en el empate. Tres goles en apenas cinco minutos (dos del brasileño) convirtieron el Allianz Arena en una auténtica locura de la que el Bayern sale exitoso. Aire para Tuchel, inquietud para Ten Hag.
El técnico neerlandés cierra en Múnich una de las semanas más difíciles que se recuerdan en Old Trafford para los red devils. El Manchester United salió al Allianz Arena como el equipo grande que se presupone que es, pero cada golpe del Bayern lo fue convirtiendo en pequeño poco a poco.
A perro flaco todo son pulgas... Y Onana iba a confirmarlo cuando mejor estaba jugando los red devils en terreno bávaro. Uno de los equipos más peligrosos ofensivamente es también uno de los más débiles en la faceta defensiva. Esto es la Champions, la competición donde todo error se paga.
Una jugada que no contraía mayor peligro, acabó significando el principio del fin para el United. Una pared entre Sané y Kane, un intento blandito del extremo alemán y Onana no era capaz de blocar el disparo centrado. El Bayern se adelantaba sin haberlo merecido hasta entonces. «No estoy en Manchester sólo por mi juego de pies», afirmó el camerunés en su presentación. De momento, sus manos tampoco han sido sinónimo de buenas noticias para los aficionados de Old Trafford.
Y cuando al Bayern le permites que entre en el partido, sacarlo se convierte en profesión de riesgo. Los alemanes, con un United deprimido, no iba a permitir que los ingleses supusieran un problema futuro. Musiala, criticado por las últimas actuaciones con la Selección, sacó la chistera, se puso el esmoquin, tiró dos recortes en el área y regaló el segundo tanto a Gnabry, cinco minutos después. Los bávaros acababan de presentar a los diablos rojos lo que era el infierno, pero en versión alemana.
El brasileño reunó a a los suyos en el centro del campo. El paulista es una sombra de lo que fue en este inicio de temporada, pero pocos con su aura en esta competición. Algo debieron sentir sus compañeros, pues su salida en la segunda parte sí estuvo a la altura. Rashford puso la pausa en el área y Hojlund acercaba en el marcador a los diablos rojos. El noruego es frío como el invierno, pero en el área no perdona. Parecía que el Manchester había vuelto a la vida… Pero sólo lo parecía.
Uno. Dos. Tres. Esos fueron los minutos que tardó el Bayern en volver a pegar un puñetazo sobre la mesa. Como no, con previa concesión del Manchester United. Nadie se pega más tiros en el pie que los diablos rojos. Eriksen sacaba el brazo en un lugar que no tocaba y el árbitro, con intervención del VAR, señalaba los once metros. Kane, que se había cansado de regalarle opciones a sus compañero, clavó el balón en el esquina izquierda de la portería de Onana. Seis goles en 20 partidos ante el United, el primero lejos de las Islas.
Los ‘red devils’ bajaron los brazos y se encomendaron a su líder. No al futbolístico, que debería ser Rashford, sino al espiritual, que es Casemiro. En cuantas de estas se habrá visto el brasileño, que ni cuando el Bayern amenazaba con el cuarto, se dio por vencido. Su gol en el 88′ invitó a los ingleses a soñar. Desde el suelo, con toda la defensa del Bayern dentro del área, nada fue un problema para sumar el primer tanto en esta Champions del pivote de Sao Paulo.
Casemiro volvió a mostrar su versión más milagrosa y un minuto después, Mathys Tel, la más goleadora. El joven francés está tirando al puerta de la titularidad en todo un Bayern Munich. Con el United roto buscando el empate, el francés enganchó una volea dentro del área y fusiló a Onana para subir el cuarto gol de los bávaros al marcador. Nadie creía ya en el empate, excepto un hombre.
Carlos Henrique aún quería y creía que podía sacar algo positivo del Allianz. Falta lateral y el brasileño metía la cabeza donde otros no son capaces de meter el pie. La locura había reinado en el Allianz y el carioca anotaba el tercer gol consecutivo en apenas cinco minutos. No había tiempo para más, pero no duden en que Casemiro habría seguido creyendo de así serlo. Su imagen consolando a Onana al final del encuentro demuestra su importancia en ese vestuario. Ten Hag debe agarrarse a su fe si quiere revertir esta situación.
/Marca
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