Se entonaba el mágico Blue Moon en el Etihad Stadium antes de que Haaland cogiera la batuta. Se enfrentaban al decimotercero en casa, estrenando fichaje y con el cartel de invictos.
Sin embargo el Fulham no lo puso nada fácil, por lo menos en la primera parte y fue toda una sorpresa en cuanto a intenciones y peligro a balón parado.
Del orden al caos
El equipo de Marco Silva salió con un plan y murió con él. En los primeros minutos miró a los ojos alManchester City y le llegó incluso a robar el control del partido. Un 4-3-3 estrecho en defensa que apenas dejaba espacios a los de Juanma Lillo y menos aún a Haaland.
Ante tanto orden, fueron Doku y Foden quienes agitaron el partido y de esos espacios llegó el primer gol local. Gran jugada colectiva que materializó Julián Álvarez, a pase de Haaland, quien había conseguido liberarse de su intensa marca. Era el minuto 31‘.Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, en el 33‘ de partido, el Fulham hizo buen uso de su pizarra para igualar la contienda desde el córner.
No iba a ser un partido sencillo en Manchester. Tampoco lo fue para elárbitro. Pues en el 45‘ dio por válido el 2-1 de Aké tras un centro peligroso. Su compañero Akanji parecía estar en fuera de juego, quien a pesar de no tocar el balón, molestó claramente al portero rival y le impidió ver el esférico. El VAR fue tajante.
Y entonces llegó Haaland
La segunda parte tuvo un rey y un príncipe, un Batman y un Robin, un Haaland y un Julián Álvarez. el 3-1 lo puso el nórdico en el 58‘ a pase precisamente del argentino. El delantero olía la sangre y 11 minutos, después mató al Fulham desde el punto de penalti.
A partir de entonces, los de Marco Silva desaparecieron de la faz de la tierra. El City, con el marcador a favor, torturó con y sin balón a su contrincante hasta desesperarlo por completo. Los pupilos de Pep certificaban su cuatro de cuatro con una exhibición en la segunda mitad, un Haaland voraz y con Julián más enchufado que nunca.
/Marca
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