Siempre antepuso el éxito colectivo a la gloria individual. Entendió tanto sus limitaciones que las llegó a convertir en fortalezas. Estuvo dispuesto a cambiar de rol para brindarle más soluciones a sus equipos. Su esfuerzo y lucha dentro del campo jamás fue negociable. Y vivió toda su carrera siendo un profesional ejemplar. No es todo lo que consiguió, sino cómo lo logró. La pelota NUNCA olvidará al guerrero argentino. Gracias por todo, Mascherano. EL JEFECITO ES ETERNO.
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