Pero no serán los únicos, porque Scaloni reiteró que pretendía darle minutos a la mayoria de los que no han jugado en esta Copa América
Hay que aceptarlo que Argentina irá sin sus titulares ante Perú y además, reconocer que Lionel Scaloni está en su derecho si quiere hacer modificaciones en un equipo que ya está clasificado como ganador del Grupo A para los octavos de final de la Copa América.
Ya clasificada para los cuartos de final de la Copa América, la Selección Argentina se mudó el miércoles a Miami y este jueves, bajo un diluvio, llevó adelante la sesión de entrenamiento más fuerte de cara al partido del sábado contra Perú, en el Hard Rock Stadium. La incertidumbre, a sabiendas de que el DT Lionel Scaloni ya anunció que habrá rotación en el equipo titular, pasaba por saber cómo está Lionel Messi, quien jugó tocado, con una molestia en el aductor derecho, «desde el primer pique de la noche» en el 1-0 sobre Chile. Las señales, por ahora, son difusas. Los estudios aún no revelaron una lesión -al menos eso fue lo que dejaron trascender-, pero el rosarino brilló por su ausencia en la práctica del Florida International University (FIU).
¿Qué pasó? Mejor contar la historia desde el principio. Se sabía que Messi se hizo unos estudios exprés en el mismísimo escenario de la victoria sobre los trasandinos. Allí la imagen no entregó indicios de desgarro. Lo dijo el propio capitán campeón del mundo cuando en la zona mixta del MetLife de Nueva Jersey dejó en claro que nunca sintió el pinchazo que es síntoma inequívoco de rotura fibrilar.
Para muestra -o evidencia- alcanza un recuerdo. Vale rememorar su comportamiento durante el partido contra Brasil, en el Maracaná, por las Eliminatorias para el Mundial de México, Canadá y Estados Unidos 2026 en el que directamente dejó de participar en el juego hasta que salió reemplazado. En aquella ocasión sí hubo lesión muscular. Nada que ver con lo que se movió Leo durante el duelo contra Chile.
Sin embargo, en las últimas horas, las alertas se encendieron al ver que el 10 -que también arrastraba un estado gripal- no se subió al micro que llevó al plantel al campo de deportes de Florida International University (FIU). La práctica se llevó a cabo bajo un intenso calor, superior a los 30 grados, en Florida. El tormentón que cayó apenas los jugadores salieron a la cancha no sirvió para que el mercurio del termómetro se tomara un descanso.
Desde el entorno del futbolista aseguraron en un principio que llegaría más tarde a la práctica. Sin embargo, Messi decidió volver a hacerse estudios. Y desde la AFA, finalmente, explicaron que Leo finalmente no fue al entrenamiento porque se quedó haciendo kinesiología para recuperar la zona afectada. Es lógico: no tiene sentido que fuerce la zona si ya está tomada la decisión de no jugar el duelo contra Perú.
Pero hay más. Después de la noche libre del miércoles, hay una dinámica que se repetirá. Scaloni decidió permitir a los futbolistas que cenen y duerman fuera de la concentración, porque hay muchos que tienen a su familia en la ciudad.
Ese es el caso del capitán Messi, que se desplazó hasta su casa en Fort Lauderdale para pasar tiempo con su pareja, Antonela Roccuzzo, sus hijos, Thiago, Mateo y Ciro, y el resto de la familia que lo acompaña en la búsqueda de otro título. Es el esquema híbrido que usó la primera semana de la preparación en Miami, antes de la Copa América. Algo inédito en una competencia de este tipo.
Marcos Acuña, descartado
Otro nombre en la lista de enfermería es Marcos Acuña. El defensor, que fue titular en el debut contra Canadá y apenas jugó un puñado de minutos contra Chile, será baja en el partido del sábado.
No trascendió cuál es la zona afectada, pero se trata de una molestia muscular, por lo que también será cuidado contra Perú y aguardada su evolución para saber si el Huevo, que viene de una temporada complicada en cuanto a lesiones en el Sevilla, puede volver a estar disponible.
En los últimos meses sufrió una pubialgia, un par de desgarros y un problema en el miofascial del recto anterior del muslo izquierdo para coronar.
/Escrito por Diego Provenano para Clarín de Buenos Aires
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